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El proceso por la rebelión militar del 23 de febrero

El coronel De Meer justifica el estado de necesidad en el peligro de un nuevo frente popular

En la sesión de la mañana de ayer del juicio del 23-F se realizó la defensa del capitán de la Guardia Civil José Luis Abad Gutiérrez, a cargo de su abogado, Jaime Tent, y su defensor militar, el general Felicísimo Agudo Trigueros. Ambos sostuvieron que su defendido sólo cumplió órdenes, y en particular Tent estimó que las órdenes que se dieron al capitán Abad el 23 de febrero tenían apariencia de legalidad y eran manifiestamente legales para quien las recibió, en el momento en que las recibió. Por su parte, el defensor del capitán Dusmet coronel Carlos de Meer, basó su argumentación sobre el estado de necesidad en el peligro de que accediera al poder un nuevo frente popular.

Jaime Tent relató que Abad, después de ser informado por Tejero sobre la operación convocó por radioteléfono a sus tenientes, pero no para prevenirles del servicio, sino para entregar el mando al más caracterizado, porque al día siguiente tenía que marchar a Murcia para un curso de especialización. Requerido de nuevo por Tejero, fue con sus tenientes al despacho del coronel Manchado, donde les explicaron algunos pormenores.El abogado advirtió que ninguno de los mandos naturales del capitán Abad le conminó a salir del palacio del Congreso, y afirmó que su defendido no dio crédito al mensaje del Rey difundido por las agencias de noticias, porque se estaban difundiendo noticias falsas o al menos erróneas. Finalmente, Tent indicó que la obediencia castrense debe ser pronta, plena y ciega, y pidió la absolución.

Después de un descanso de casi una hora, entre las once y las doce de la mañana, intervino el defensor militar del capitán Abad, general Felicísimo Agudo. Entre otras cosas, calificó a su defendido como oficial ejemplar, leal y obediente, y como un mando con autoridad y prestigio, sin asomo de rebeldía. Para el general Agudo, el procesado entendió que el servicio para el que se le requería el 23-F era perfectamente posible y realizable, aunque se saliera un poco de lo normal.

Muñecas asume toda la responsabilidad

El presidente del tribunal llamó dos veces la atención de este defensor: la primera, cuando afirmó que la fe en él mando está, deteriorada, se ha perdido, y la segunda, tras afirmar que no tiene precedentes el hecho de que no se respete un pacto suscrito por hombres de honor, como es el pacto de capitulación.

Minutos antes de las 13.30 horas comenzó su intervención el abogado Santiago Segura Ferns, defensor del capitán Jesús Muñecas Águilar y del teniente Vicente Carricondo Sánchez, ambos de la Guardia Civil. El fiscal pide para ellos siete y dos años de prisión, respectivamente. El letrado acusó a la Prensa de haberse erigido en juez de los procesados, y dijo que sus defendidos se limitaron a cumplir órdenes. No obstante, dijo el letrado que sus clientes le habían encargado decir que, pese a todo, aceptan sus responsabilidades, y en concreto el capitán Muñecas declara que fue él quien ordenó el servicio, y sus tenientes sólo cumplieron órdenes,

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Segura argumentó para demostrar que el 23 de febrero no hubo una situación de rebelión militar, y se refirió al testimonio del teniente general José Gabeiras, jefe del Estado Mayor del Ejército en la fecha de los autos: "Esta defensa, con todos los respetos, no dice que el teniente general Gabeiras mentía, pero no nos creemos ni una sola de las palabras que dijo". Pasadas las dos de la tarde, el presidente levantó la sesión hasta las cuatro, para el almuerzo.

Reanudada la sesión, el letrado insistió en que sus defendidos actuaron en la creencia, aunque errónea, de que el Rey deseaba la ocupación del Congreso, y ya que actuaron por error su conducta no puede ser considerada delictiva. El codefensor militar de este procesado, general Fernando de Sandoval afirmó que los procesados no tenían la intención de violentar la Constitución, que respondían a un auténtico estado de necesidad y que se. limitaron a cumplir las órdenes que les dieron.

En la última parte de la sesión, el coronel Carlos de Meer defendió al capitán Francisco Dusmet, uno de los oficiales de la División Acorazada que la noche del 23-F entró en el Congreso. Según su abogado, Dusmet se ofreció a su jefe natural, Pardo Zancada, para unirse con él a los guardias civiles, por compañerismo. También recogió el argumento del estado de necesidad, afirmando que, tras la primera votación, Calvo Sotelo no tenía posibilidades de ser elegido presidente, lo que desembocaría en elecciones y el acceso al poder de un frente popular.

El presidente del tribunal le advirtió que no hablase de política, pero De Meer insistió en temas de autonomías y Constitución.

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