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Diez años de protección ecológica, muchas leyes incumplidas

La reunión que se inicia hoy en Nairobi (Kenia) para conmemorar el décimo aniversario de la conferencia de Estocolmo sobre el medio ambiente no ha suscitado la misma expectación que provocó esta última en su día, a pesar de que en esta ocasión también se han dado cita jefes de Estado o de Gobierno, ministros y responsables del medio ambiente de unos 130 países. La opinión pública, mucho más sensibilizada ahora que en 1972 ante la degradación del entorno, ha podido comprobar que las resoluciones firmadas hace diez años por los representantes de los países que acudieron a Estocolmo apenas han sido tenidas en cuenta.

Los mayores y casi únicos progresos que se han realizado en el campo del medio ambiente han sido administrativos. Casi todos los países han creado sus respectivos ministerios, agencias y direcciones generales encargados del medio ambiente y han promulgado una abundante colección de leyes encargadas de proteger el entorno. Pero en el terreno de los resultados prácticos los avances han sido escasos. La tierra, los mares, los ríos y el aire continúan siendo contaminados y Ia fauna y la flora siguen acosadas por el hombre. La diferencia más notable con la época anterior a 1972 es que ahora la mayoría de estos atentados ecológicos son ilegales. Esto no supone, sin embargo, un cambio sustancial de la situación, ya que la ilegalidad medioambiental apenas es perseguida. La mayoría de las autoridades encargadas de vigilar la calidad del medio ambiente alegan que la crisis económica hace difícil que se les pueda exigir a las industrias contaminantes que cumplan las normas legales. En otras ocasiones, las resoluciones que se firmaron en Estocolmo no han sido ni siquiera plasmadas en las leyes, y así determinados países, como España, continúan cazando ballenas a pesar de la moratoria que se acordó en la mencionada conferencia de las Naciones Unidas.El director ejecutivo del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), el egipcio Mostafa K. Tolba, declaró recientemente que el gran problema del Plan de Acción de Estocolmo es que "era demasiado ambicioso". Los gobiernos se comprometieron a muchas cosas que luego no pudieron o no quisieron cumplir. Entre los numerosos puntos que nunca han llegado a realizarse, Tolba citó "la mala disposición de los gobiernos a proporcionar los datos necesarios para llevar un registro de emisiones radiactivas y su renuncia a acatar el principio de Estocolmo relativo al uso de los recursos naturales compartidos". Sin embargo, Tolba considera que el resultado de la labor efectuada en el último decenio es positiva.

Los acuerdos de Estocolmo

El PNUMA ha sido el impulsor de numerosos planes de acción encaminados a hacer realidad los acuerdos de Estocolmo. Entre sus logros figuran la adopción de un programa climatológico mundial (cuya ejecución incumbe a la Organización Meteorológica Mundial), la puesta a punto de un sistema de vigilancia de la contaminación atmosférica y los estudios sobre los problemas de la destrucción de la capa de ozono. En el tema de las lluvias ácidas, provocadas por la contaminación atmosférica, se ha conseguido que 35 estados de Europa y América del Norte hayan iniciado la aplicación de un tratado tendente a solucionar este grave problema.En el campo de los problemas de los mares, el PNUMA ha impulsado el desarrollo de varios programas para descontaminar los mares regionales como el Mediterráneo, el golfo Pérsico, el Caribe, etcétera. En el caso del mar Mediterráneo, después de casi siete años de conversaciones, los diecisiete países ribereños han suscrito un tratado internacional para iniciar la depuración de las aguas que son vertidas al mismo. La escasez del agua ha sido también una de las principales preocupaciones del PNUMA, hasta el punto de que en 1977 se convocó una conferencia mundial sobre este tema y recientemente la Asamblea General de la ONU declaró el período 1981-1990 Decenio Internacional del Agua Potable.

El plan de acción de Estocolmo también preveía la necesidad de adoptar las medidas para mantener la diversidad de formas vivas del planeta, preservar los recursos biológicos y proteger los ecosistemas naturales. La adopción en 1980 de la estrategia mundial para la conservación de la naturaleza constituyó un importante avance en este campo. Pero como en tantas otras acciones auspiciadas por el PNUMA, los gobiernos que han hecho suya esta estrategia -caso de España- incumplen constantemente los principios que la inspiran. Así, se siguen desecando zonas húmedas, se autorizan campañas de envenenamiento de la fauna salvaje y la destrucción de los ecosistemas naturales. La situación es tan desesperada que el PNUMA ha promovido la creación de un banco de genes que permita conservar de forma artificial los genes de diversas especies de forma que puedan ser recuperadas las plantas y animales que puedan llegar a extinguirse.

El mantenimiento de la capacidad del planeta para producir alimentos fue otro de los objetivos que se plantearon en Estocolmo. La conferencias mundiales sobre la alimentación (1974), desertización (1977) y reforma agraria y desarrollo rural (1979) permitieron la elaboración de unos programas de acción orientados a una utilización racional de los suelos y a considerar el equilibrio ecológico como un importante factor a tener en cuenta en las explotaciones agrarias. En 1976 se creó un programa mundial para la puesta a punto de métodos de lucha integrada contra las plagas de las cosechas, de forma que se reduzca el consumo de pesticidas en el campo. Sin embargo, los intereses de las multinacionales que fabrican estos tóxicos hacen difícil el desarrollo y la implantación de estas nuevas metodologías.

Resultados mediocres

Un informe del PNUMA sobre los avances realizados tras la conferencia de Estocolmo se lamenta de que la gestión de sistemas bioproductivos racionales desde el punto de vista ecológico sea lenta. "Los resultados registrados en el capítulo para la lucha contra la desertización son particularmente mediocres", afirma el PNUMA. "Ello se debe" añade el informe, "a que determinados países que conocen este problema no le han otorgado el grado de importancia necesario. La cooperación en el seno de las Naciones Unidas ha sido ineficaz". En este punto cabe recordar que España fue declarado, tras la conferencia de Nairobi, como el país que más aceleradamente se está desertizando de Europa.La década que ha seguido a la conferencia de Estocolmo se ha destacado también por la profusión de estudios y las alarmas continuas sobre la peligrosidad de determinados productos químicos. En total se detectaron trescientas sustancias químicas con riesgos cancerígenos y se aprobó un programa internacional de seguridad de sustancias químicas de cuyo desarrollo se encargan la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y el PNUMA.

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