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Tribuna:SPLEEN DE MADRID
Tribuna
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Andalucía

En Andalucía, ya la mera verdad, la mera información es demagógica , y vemos cómo la imagen de los políticos se despega de la realidad de la calle. No es que los políticos de Madrid digan en Andalucía cosas más o menos acertadas o desacertadas dentro de la campaña electoral andaluza: es que su simple presencia resulta ilegible en ese texto mísero y pletórico que es Andalucía.Hay grados de ilegibilidad, claro. Calvo Sotelo, Soledad Becerril, Fraga resultan visualmente más insólitos, en el Hondo Sur, que Felipe González o los comunistas. Y estoy hablando sólo de una adecuación estética del hombre al medio. Los políticos del Gobierno, del centro y de la derecha resultan, así, los más inadecuados. No ya como políticos, que en eso no entro nisalgo, sino como figuras para un paisaje. Como todo paisaje poderoso, fuerte, diferente, Andalucía resulta un test: o devora al visitante, o lo integra, o lo rechaza. Las corbatas italianas y las alpacas de la Moncloa resultan devoradas, irrelevantes, en las calles y los campos de Andalucía. Son el atrezzo de una política salonnier que no aguanta frente al paisaje humano más escarpado de España. Fraga o Soledad Becerril resultan directamente rechazados. No son de ninguna manera legibles en el texto arábigoandaluz de minaretes, chabolas, trigales, gazpacho, cipresales, racimos de tabernas y hectáreas humanas del paro. Rafael Alberti me hablaba una vez, lúcidamente, en Italia, de la "profundidad hacia afuera" de Góngora. Una profundidad y una poesía de bulto, de relieve, un conceptismo que se toca con la. mano. Es la profundidad gongorina de Andalucía. Toda la luz desempaquetada, las hambres derramadas por la calle, el cartelismo, natural de la pobreza y las columnatas ceñudas del paro, como un Patio de los Leones de la escasez, como una Alhambra de la injusticia, monumental.

No hablo aquí de políticas, que ya cansan. Hablo de estéticas. Despeñaperros es un despeñadero, de realidad, un despeñahombres, y templado será el político que allí no se despeñe, yendo de Madrid. Adolfo Suárez, después de acumular acción en silencio, para luego, o después de acumular silencio en la inacción, decide no hacer la campaña de Andalucía. Este singular animal político, del que todavía no sabemos si es vasallo o señor, de natural, del que sólo sabemos que es duque (y es bien poco), ha tenido la visión plástica del político y el guerrero, ha entendido que no debe abrasar su iconografía una y múltiple en la hoguera horizontal de Andalucía. Esculpidos a navaja y buenos tervilores que apenas, aguantarían bajo el cielo indignado de Andalucía. Otros, más necesitados o menos videntes, sí acuden a la forzosidad de la cita. Despeñaperros, despeflahombres, es un desgalgadero de políticos en el que Felipe/Guerra/Escuredo resisten, más que por políticos, por andaluces. Más que por sociables, por socialistas. Y luego están los comunistas.

Yo no sé si Andalucía puede entender muy bien eso del eurocomunismo, que, evidentemente, es uña cosa de Despeñaperros para arriba, y que en Madrid o Roma se puede tener claro, pero en Andalucía es reivindicación, canción, movilización. Lo que el comunismo y la izquierda en general pudieran haber perdido -¿voluntariamente?- como fuerzas movilizadoras, se moviliza hoy, de nuevo, gracias a Andalucía. Sólo las ideologías muy hechas y los políticos muy sobrios (mejor de la escuela rondeña que de la, sevillana) pueden aguantar ese alud de realidad, ese desbordamiento del presente que, como un Nilo entre ritual y patético, tiene Andalucía con las palanganas de la pobreza a la deriva. Aparte las elecciones inminentes que motivan esta colunina, Andalucía es el cielo/infierno/purgatorio que han de atravesar los políticos españoles, desde siempre. Como la mayoría son mediocres, no pasan del purgatorio.

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