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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El montaje de los GRAPO

LA SUBITA reaparición de los grapo en Barcelona, al socaire de la ofensiva terrorista de Eta militar y en acciones de terrorismo desnudo y cruel contra la vida humana, casi no debería sorprender ya a nadie. Es difícil saber -aunque pueda llegar a ser fácil suponer- quien está detrás verdaderamente de estos fenómenos grupusculares, tan poco asimilables al mundo de la política, que las bandas del tipo de los grapo constituyen. Buscan sus adeptos lo mismo entre jóvenes estudiantes o trabajadores con algún idealismo y no poca confusión mental que entre delincuentes comunes aficionados al dinero y a la pistola. Salen a la superficie justo cuando más inoportunos son para los intereres de la libertad, la democracia y la justicia social que aseguran defender. No tienen una sola premisa ideológica o teórica que no conmueva a risa o a compasión, y la única y desgraciada atención que merecen es que tratan a mansalva, por la espalda y cobardemente, eligiendo sus víctimas entre las más impensadas o las más desprevenidas, y con preferencia por los jóvenes policías o guardias civiles. Es tan absurda -¿o no lo es tanto?- su supuesta estrategia que teniendo secuestrados nada menos que al presidente del Consejo de Estado y al del Consejo Supremo de Justicia Militar salieron a la calle a principios de 1977 a asesinar policías y guardias civiles, con alto riesgo para la propia vida de los terroristas, que días después eran detenidos -y liberados sus rehenes- casi sin violencia y sin resistencia alguna. Tras organizar una fuga casi perfecta de la cárcel de Zamora los principales dirigentes del GRAPO han ido cayendo uno a uno a tiros, en enfrentamientos armados a veces de dudosa explicación. El gobierno y la policía han declarado tantas veces que el GRAPO estaba desarticulado que es ya casi imposible llevar la contabilidad de dichas declaraciones. Pero siempre queda alguno, por lo visto, dispuesto a matar impunemente. Detrás de él no hay riada que se sepa, y cada día menos que se encuentre. Ni organización, ni aparato de propaganda, ni siquiera un proyecto de subversión del Estado. Sólo la agresión gratuita y brutal a la sociedad en la que viven.Cuando, al socaire del juicio del 23-F, se publicaron las informaciones que aludían al comandante Cortina -como inspirador de grupos pro-castristas en los albores de los años sesenta en este país, muchos ciudadanos honestos comprendieron que los servicios de contraespionaje de todo el mundo no dudan en hacer una de las cosas más estúpidas y nocivas que se le puede ocurrir a nadie: crear espías para luego detenerlos eficazmente. La mejor manera de controlar la subversión, parecen decirse, es parirla. Sin duda las actividades del comandante Cortina en aquella época resultaban un juego de niños con las de los actuales padrinos -sean españoles o extranjeros- dedicados a la permanente resurrección del GRAPO. Ya hubo un grupo de carácter terrorista en nuestro país, el FRAP que sufrió toda clase de infiltraciones y manipulaciones policiales durante el franquismo, y nadie en la izquierda política ni entre la clase trabajadora cree que el GRAPO sea un grupo limpio de estas cosas. Por lo demás sus acciones siempre benefician a los proyectos anticonstitucionales o involucionistas y, se le mire por donde se le mire, el GRAPO tiene todas las características de un montaje.

La cuestión está en saber quien mueve los hilos del tinglado. De dónde emanan el dinero, la decisión de actuar y los motivos para hacerlo. La recluta de asesinos, movidos por un idealismo torcido y casi esquizofrénico o por una promesa o recompensa económica- no es difícil en una sociedad como la que vivimos. Aunque es sorprendente que el triste final y la poca gloria de ningún género, tan apetecida en estos casos, que los siniestos pioneros del GRAPO han tenido, no contribuyan a hacer desistir a los eventuales nuevos reclutas de ingresar en una organización que además de tenebrosa y repugnante se mueve como dirigida por oligofrénicos. Si no lo están entonces es que estamos nosotros en lo cierto: esto es un tinglado montado desde alguna altura respetable, y solo aspiramos a que no esté localizada en nuestro país.

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