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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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Los males de la LOAPA

La rotundidad con que se expresaba este periódico al comentar la retirada de la LAU, me hace pensar que utilizando casi los mismos argumentos podría redactarse otra en parecidos términos sobre la LOAPA, cuña introducida, por la vía del "consenso", entre la soberanía popular y sus cuestionables representantes en el Parlamento. ¿O es que no son "presiones extraparlamentarias" las que han digamos que "obligado" al partido del Gobierno y al mayoritario de la oposición a limitar la Constitución?Las consecuencias de la LOAPA, que rectifica la Constitución para limitarla, a causa de presiones externas, pueden ayudar a comprender qué es lo que pasa aquí, en el País Valenciano, donde estamos a punto de perder incluso ese nombre, el que le dieron al antiguo reino quienes trabajaron por lograr que los valencianos seamos lo único que podemos ser: valencianos. Porque es también un sentido patrimonial de estas tierras el culpable de que se intente todo, antes que perder el. dominio económico y político sobre ellas.

En efecto, si se examina nuestra historia reciente, la historia "provincial" de los valencianos, se veré cómo nunca ha partido de la derecha ni de sus aledaños de la izquierda más próximos a ella, un solo intento de recuperación de la propia identidad cultural, histórica, y, por tanto, ahora que aún puede decirse, nacional. Todo lo contrario. No sé si hace falta explicar por qué. Es una derecha, la propiamente dicha y la que se adomaba con la autocalificación de "izquierda" sólo porque era republicana y más o menos laica, lo cual parece insuficiente, que no está trabada como clase.

Las iniciativas autonómicas, y las que irían más allá, si fuera posible, o irán más allá cuando sea posible, porque las fórmulas para convivir diferencias no se agotan en la autonomía y Europa adelante hay buenos ejemplos constitucionales que lo demuestran, han partido aquí, siempre, de la izquierda. La cosa viene de lejos y se refleja en designaciones históricas como las de botiflers y maulets, o sea, sefíores que optaron por la dinastía centralista y pueblo que se agarraba a los derechos de autogobierno contenidos en los furs porque sabía que se jugaba los escasos derechos que iba manteniendo.

La derecha no quiere autonomía

La derecha sigue sin querer autonomía. Ni poca ni mucha. Lo que pasa es que no puede dejar de quererla puesto que ella misma se sacó de la manga eso del Estado de las autonomías para que todos tuvieran autonomía, a fin de diluir la de los que la querían en una autonomía generalizada. Y por eso quieren la menor autonomía posible. ¿Habrá que recordar con qué triquiñuelas legales se apartó a un lado la petición de las tres cuartas partes de los municipios para seguir la vía del artículo 151? Era el PSI`V (PSOE) quien consiguió tanta unanimidad y es ese mismo PSPV (PSOE) el que ahora se ha resignado demasiado fácilmente a seguir la vía del artículo 143, aunque "con los contenidos del artículo 151". Pero, ¿cómo ha podido tragarse ese anzuelo? Por una razón muy simple: la LOAPA. El PSPV ha sacrificado al "consenso" del PSOE con UCD lo que el PSOE no sacrificó ante UCD en Andalucía. Quizá fue el reto del PSA el que dio origen a ese "plante" del PSOE andaluz que tuvo un carácter eminentemente político. Quiero decir, que si hubieran hecho falta triquiñuelas administrativas para impedirlo, se hubieran encontrado. Como se encontraron en el caso valenciano. Porque la clase dominante andaluza, la derecha andaluza, tampoco quiere la autonomía. Tampoco es de sus partidos de donde ha nacido nunca el autonomismo. Blas Infante no era de ningún partido de derechas y fue la derecha la que lo asesinó. También es sucursal la derecha andaluza. Pero no se había producido ninguna causa extraparlamentaria que "aconsejara" limitar los derechos constitucionales. No estaba la LOAPA a la vista, aunque tampoco entusiasmara al PSOE la idea de escoger el artículo 151. UCD se opuso decididamente aconsejando la abstención en el referendo. Allí, y aquí, y en donde sea, por lo mismo: porque si va a haber un poder político autónomo que administre transferencias y no se tiene la certeza de dominarlo, de ser permanentemente mayoritario en los órganos representativos que se creen ¿Es eso o no lo es tener un sentido "patrimonial" de la Constitución, la soberanía popular que la conformó y ecétera? Lo demás, las cuestiones de simbología, los llamos signos de identidad, son maniobras propias de quienes se inventan lo que sea para impedir que la realidad haga su camino. Excitar las diferencias para alejar las identidades, sacarse de la manda y el anticatalanismo para inventarse un catalanismo agresor propio de traidores, etcétera -y ya es traidor el que afirma que el valenciano es la forma dialectal de hablar el catalán que tenemos los valencianos- forma parte de una vieja táctica. Pero todo eso es anécdota que se aminora, desaparece prácticamente, cuando conviene a los excitadores pasar por mansos corderos. Lo que cuenta es el derecho constitucional enterrado -sin que los electores hayan tenido arte ni parte- en la fosa de una ley -"orgánica"- que hace decir a la Constitución "digo" donde dijo "Diego". ¿No es eso más irritante -y más inquietante, respecto del futuro de una democracia cuya Constitución se rectifica tan facilmente- que remite a los tiempos del llamado "anterior régimen"" La pregunta vale tanto para llamar la atención sobre el abuso de poder -¿se le puede llamar de otra manera?- sobre una "Comunidad" que va a ser bien poco "autónoma" y además descabezada de su nombre de batalla por la libertad, como sobre la manera en que, de retroceso constitucional en retroceso constitucional, la democracia, va quedando hecha unos zorros y en manos de viejos zorros. Los de siempre.

Vicent Ventura es escritor, periodista y railitante del Agrupament d'Esquerra del País Valenciá (AEPV).

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