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Tribuna:SPLEEN DE MADRID
Tribuna
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Verano derecha/izquierda

Pasando mucho de la cosa campamental, la cosa electoral, la cosa papal y otras cosas, aquí la derecha y la izquierda sociológica ya se están atalajando para el verano y el humo para las largas vacaciones del 82, que a lo mejor nos mandan a todos con la absoluta. He aquí, más o menos, la moda derecha/izquierda, según se mira al mujerío, que uno siempre lo mira más, no sólo por vicio, sino porque la mujer, como bien sabían los estructuralistas, "emite más signos". Jais/gachiliflas ucedé y así: tacones altos, vestidos estampados y trajes noche de lamé. (La derecha sigue creyendo que hay que mirar el mundo desde arriba, que la mujer necesita peana y que el lamé oro/plata es un signo de clase o casta, ya que continuamos siendo una sociedad castiza.) Pantalones/bermudas, pantalones pantera y felinos. (Han llegado tarde al triángulo mortal, como a casi todo, y comienzan a encontrar fashíonables los pantalones pantera que, contra lo que ellas crean, sólo son tolerables en cabecitas locas, boquitas pintadas y corazones solitarios de finales de la Castellana (orilla izquierda), pero jamás en la presunta esposa de un presunto director general de algo.) Lencería fibra, bisutería dorada (falsa) y vestidos entallados. (O sea, otra vez el míto/tótem/tabú del oro, que es una fijación de nuestras nuevas clases, desde Hernán Cortés a hoy; la Ignorancia nuclear o adhesión política subliminal a la fibra, que abrasa la piel en caso de explosión y puede dejar un belcor -si es de fibra, que no lo sé- grabado en el alma para toda la vida. Pero tienen que dar el pecho, como esposas que son de la Nomenklatura. Los vestidos entallados remiten directamente a la nostalgia 40/40.)Y sigo mi sofemasa entre los modistos madrileños, ahora por la izquierda: chorvas, compañeras, tías, passadas, modernas, rojas y acratillas: alpargatas esparto, rayas y lino. (Vuelta a lo que Pemán y Sartre llamaron el llmiserabilismo" de la juventud, o sea, una fórma de socialismo indumentario, siquiera sea decorativo. La alpargata contra el tacón, el esparto contra el lamé, las rayas contra los estampados y el lino contra la seda.) Pantalones cortos, cuero viejo y lencería de algodón. (Contra los trajes largos, contra la fibra y todo lo artificial: la piel desnuda, la belicosidad del cuero, la artesanía del algodón: una vaga nostalgia comunal/natural/pastoril y guerrera, entre Rousseau y la guerrilla salvadoreña, más el aura gremial y precapitalista de lo hecho en casa.) Cobre y turquesas, vestidos sueltos, sujetador de cuero. (Revalorización de los minerales primeros y menos refinados, la ropa como ámbito, no como insinuación: o se desnuda una por cualquier cosa o lleva el vestido flojo y cómodo; nunca el vestido como código sexual. En el sujetador de cuero está todo el sadomasoquismo de la izquierda, reforzado por la cercana reposición del Marat/Sade de Peter Weiss, más una vaga farsa del nazismo folklórico.) Colores ácidos, bañadores de una pieza (frente al bikini que al fin con quista la derecha/derecha) y va queros lavados a la piedra. Aquí, como en todo, el buen gusto por lo gratamente enemigo, el baño como ecología y no como coartada sexual y, la ropa adaptable (vaqueros), frente al vaquero duro, menos revelador de las formas y más "cinturón de castidad". Por la mujer sabemos del hombre, y por la moda sabemos de la mujer. El pelo corto y las uñas cuadradas identificarán este verano a una liberada frente a rosas, plisados, melenas, uñas largas y caras de maquillaje de las "alienadas". El progresismo mezcla hoy su vieja miserabilidad con un tenue glamour rock. Y el integrismo, como siempre, chupando rueda.

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