Las inversiones extranjeras se multiplicaron por cinco en los dos últimos meses
La noticia de que en los dos primeros meses del presente año casi se quintuplicaron las inversiones extranjeras ha inyectado otra vez desde fuera dosis de optimismo. Los propios altos cargos españoles que las autorizaron se han mostrado "gratamente sorprendidas". Pero lo cierto es que, pese a los factores nacionales e internacionales que juegan en contra, la afluencia no ha dejado de ser tan pujante como en la pasada década. Y no sólo aumentan las entradas: las desinversiones descendieron notablemente en 1981.
Los 15.352 millones de pesetas autorizados en enero-febrero pudieran entenderse como consecuencia de la concentración de expedientes fuertes, o de la acumulación preconcebida de otros pequeños. El director general de Transacciones Exteriores, del Ministerio de Economía, Juan Ignacio Comyn, rechaza estas posibles interpretaciones."Ha habido -dice- inversiones fuertes: en enero, unos 3.000 millones de General Eléctric para varias empresas y otra de Hoechst por valor de 2.400 millones para hacerse con el 100% de Tarragona Química (antes la tenía a medias con ERT); en febrero, los 2.200 millones de Nissan para elevar su participación en Motor Ibérica del 34 al 55%. No hay más inversiones grandes. Las otras son casi todas inferiores a los 250 millones. Lo que han aumentado han sido los proyectos: en enero de 1981 fueron 32, en enero pasado 87; y en los dos primeros meses se ha pasado de 47 a 186."
Advierte además Comyn que están creciendo también las inversiones indirectas y que no requieren autorización, por no llegar al 50% del capital o por ser inferiores a 25 millones de pesetas. Así pues, los únicos datos globales son los relativos a inversiones materializadas, ofrecidos por el registro de caja del Banco de España. En enero último los ingresos por inversión patrimonial fueron 207 millones de dólares, frente a 32 millones de pagos por desinversiones; en el mismo mes de 1981 las cifras respectivas fueron 150 y 21 millones.
Según el director general, estos son los datos realmente significativos. Y el balance que acaba de conocerse ofrece un ejercicio 1981 considerablemente más favorable que el anterior.
Aunque los ingresos brutos por inversiones directas descendieron en dólares de 1.240 a 1.086, en pesetas crecieron de 88.756 a 100.219. Además, se triplicaron en pesetas las inversiones de cartera (las de Bolsa ). Las de inmuebles se incrementaron alto también en las dos monedas. El resultado total fueron 223.361 millones de pesetas en ingresos brutos, frente a los 172.103 del año anterior y 162.507 del precedente (en dólares, de 2.406 a 2.416).
Freno de la desinversión
Para Comyn, los importante son las pesetas, porque en ellas se toma la decisión de invertir (como se sabe, el dólar bajó en 1981 de 79,49 a 97,64 pesetas). Pero hay otro hecho de trascendencia que hace más favorable el balance: las desinversiones o pagos por liquidación de inversiones, que habían aumentado el año anterior de 62.019 a 63.674 millones de pesetas (en dólares bajaron 22), descendieron en 1981 notablemente. En pesetas, unos 10.000 millones; en dólares, de 899 a 594 millones. Con ello, los ingresos netos por inversiones extranjeras registraron los fuertes aumentos reflejados en el cuadro adjunto.
A juicio del director general, la inversión extranjera, buena parte de la cual se dirige ahora a ampliar negocio, es rentable para España. En los últimos diez años, las salidas de dinero por pagos de dividendo han mantenido un promedio del 11,5%, pues en muchos casos son reinvertidos los beneficios; si los datos de balanza de pagos son abultados, es porque incluyen rentas de la financiación internacional a España. Asimismo, aportan anualmente algo más del 2% a la formación bruta de capital fijo.
El último censo de empresas extranjeras en España, de 1977, recogía 55.000 sociedades con participación o mayoría y un capital acumulado de 218.668 millones (debe tenerse en cuenta que las inversiones directas eran de 16.000 millones en 1971 y sólo empezaron a superan los 50.000 millones en 1978.
Sin embargo, Juan Ignacio Comyn se muestra moderadamente optimista y señala que el 23-F no tuvo incidencia positiva, aunque quizá tampoco marcadamente negativa.
Junto a que el crecimiento exponencial de la inversión extranjera desde 1977 puede haber restado atractivo por este mercado interno, el aumento del paro y el débil pulso económico de la economía mundial fomentan la competencia y recortan el interés por España. En su opinión, se mantiene algo del atractivo por el mercado doméstico, pero sobre todo se nota la presencia de inversores que vienen a fijar aquí sus bases para Europa, Iberoamérica y mercados árabes. La diferencia del coste de mano de obra ya no se cita entre las prioridades.
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