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El Círculo de Empresarios estima que el involucionismo lleva a la ruina económica

Una vez aparcada la idea de crear un consejo asesor del presidente de la CEOE, que serviría para aglutinar en torno a la cúpula patronal a los grandes empresarios del país, ausentes de su dinámica cotidiana, las organizaciones empresariales no patronales han iniciado actividades de cara a una constante información sobre la situación política. Es el caso del Círculo de Empresarios, una de las instituciones más significativas, que en los últimos tiempos ha tenido reuniones con Fraga Iribarne y con Felipe González, y que mañana lo hará con el presidente de Gobierno, Calvo Sotelo. Por otra parte, en varias de esas instituciones se detecta una fuerte corriente de apoyo al modelo político de libertades y una crítica al involucionismo político.El Círculo de Empresarios, organización de élite que agrupa a 120 empresarios de toda España, acaba de terminar su proceso interno de elecciones y se dispone a abordar los próximos meses preelectorales del país. Para ello ha cohesionado a su equipo directivo, al frente del cual continúa Santiago Foncillas, acompañado por José Luis Cerón, José María López de Letona, Rafael del Pino, Joaquín Ysasi Ysasmendi, Enrique Moya y Manuel Azpilicueta. Al igual que en los comicios de 1979, el Círculo está convocando a los líderes de los principales partidos para que expliquen a los empresarios, a puerta cerrada, sin concesiones a la galería, sus programas económicos. Así, ya han pasado por sus locales, Felipe González y Manuel Fraga Iribarne, y mañana lo hará el presidente de Gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo. Se distingue esta convocatoria de la de 1979 por la ausencia de invitación a Santiago Carrillo y al equipo del Partido Comunista, que sin embargo se reunió con los empresarios del Círculo en años pasados al menos en dos ocasiones.

Defensa del modelo

Tanto Santiago Foncillas como el resto del equipo del Círculo hicieron, tras la reunión de la nueva junta directiva, una declaración rotunda a favor del modelo de libertades. "No hay posibilidad alguna de crecer y de operar en un régimen autoritario", dijo Foncillas. "En un momento de involución, los países y los organismos internacionales nos huirían como apestados. España no está para volver al cuarto oscuro", continuó el presidente del Círculo. Le apoyaron en esta afirmación explícitamente, López de Letona y Rafael del Pino.Respecto a la posibilidad de un triunfo socialista en las próximas elecciones, los dirigentes del Círculo explicaron que "no pasaría nada. Los empresarios trabajaríamos con el mismo ahinco".

La importancia de estas afirmaciones vienen dadas por la misma significación del Círculo de Empresarios, que puede ser considerado como un verdadero grupo de presión. Ello viene avalado por su propia fuerza: la facturación de las empresas representadas en el Círculo llega a los dos billones de pesetas. Según algunos de sus directivos, en la entidad "hay sumados tres o cuatro Institutos Nacionales de Industria". De los 120 empresarios afiliados, alrededor de una veintena pertenecen a empresas públicas, lo que supone un 16,8% del total; 71 empresas tienen participación mayoritaria de capital privado (el 59,66%); y 28 son empresas multinacionales (el 23,52%). Las cuotas que pagan cada uno de los socios de la institución, oscilan entre las 250.000 y el millón de pesetas.

La actitud de interés del Círculo por conocer directamente como organización las posiciones de los principales partidos políticos, contrasta con la suspensión por parte de los "siete grandes", a nivel orgánico, de los almuerzos con los políticos más representativos durante todo 1982. Su actitud ha sido la de interferir lo menos posible como grupo en el proceso político, aunque a titulo personal intensifiquen los contactos. Todavía están recientes las reuniones de Felipe González con los presidentes de los bancos Central, Hispano, Bilbao, Vizcaya, Popular, Urquijo y la Confederación Española de Cajas de Ahorros, aunque lo más significativo de ellas ha sido la falta de contactos con José María Aguirre Gonzalo y Emilio Botín, presidentes de Banesto y Santander respectivamente. Fuentes bancarias indicaron a este periódico que lo más tangible de las reuniones entre socialistas y banqueros ha sido la petición de los primeros a los últimos de que influyeran en reducir la línea de beligerancia política de la CEOE.

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