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La repatriación constitucional de Canadá cierra un ciclo en la historia colonial británica

Andrés Ortega

Cuando la reina Isabel II de Inglaterra sancione mañana la ley del Canadá, es decir, la repatriación de la Constitución canadiense de 1867, se habrá cerrado un ciclo histórico. El Parlamento británico habrá legislado por última vez sobre un territorio extranjero independiente, y Canadá podrá modificar su propio ordenamiento constitucional.Todo comenzó en 1867, cuando, al aprobar la "ley de la América del Norte británica", que sirvió de Constitución canadiense, el Parlamento de Londres creó un sistema federal -independiente de hecho- en aquel país sin dotarle de los medios para modificar por sí mismo su propia Constitución.

Las tensiones entre las provincias y el Gobierno federal canadiense forzaron a Londres veinte veces desde aquella fecha a tener que enmendar la ley de 1867.

En diciembre de 1981, el Parlamento federal canadiense autorizó formalmente al Gobierno de Pierre Elliot Trudeau a solicitar al Parlamento de Londres la repatriación de su Constitución. Los esfuerzos del primer ministro canadiense resultaron fructíferos, logrando el apoyo de nueve de las diez provincias que forman Canadá, a cambio de suprimir del texto de la ley la reafirmación de los derechos de los indios y esquimales, que mantenían derechos propios en el tratado fundacional de Canadá en el siglo XVIII.

Solamente el Gobierno de la provincia francófona de Quebec se opuso a la repatriación del la ley fundamental canadiense, inútilmente, pues el Tribunal Supremo hizo saber que para este caso no era necesaria la unanimidad de todas las provincias.

Los derechos de grupos nativos -25.000 esquimales inuit y 50.000 indios meti- fueron los que mayor polémica han causado en medios parlamentarios de Londres, adonde enviaron delegaciones para expresar su caso. A principios de marzo, sin embargo, el Tribunal Supremo de la Cámara de los Lores dictaminó que Ios indios de Canadá caen bajo la responsabilidad del Gobierno canadiense". El texto de la ley, es decir, la nueva Constitución canadiense, fue aprobado en Canadá. El debate en Londres se centró sobre la cuestión de si el Parlamento británico podía o no introducir enmiendas en esta ley, optando el Gobierno de Margaret Thatcher por esta última línea.

El texto de la ley de Canadá, finalmente aprobado el jueves en tercera y última lectura por la Cámara de los Lores, establece una declaración de derechos similar a la de otras democracias y transfiere a Canadá la facultad de enmendar su propia Constitución, al tiempo que abole los poderes del Parlamento británico para legislar sobre su antigua colonia.

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Canadá seguirá teniendo reina

De acuerdo con el Estatuto de Westminster de 1931, la reina Isabel II sigue siendo reina de Canadá, lo que está jurídicamente separado del título de soberana británica. Isabel II viajará el próximo 15 de abril a Canadá para asistir a las celebraciones de esta repatriación.Es el fin de una crónica anomalía jurídica. Canadá será ya, pues, plenamente soberano de su destino jurídico, atormentado por el caso de Quebec y otros problemas. El Parlamento británico se pronunció el jueves por última vez sobre cuestiones que afectan al ordenamiento jurídico interno de otro país independiente, aunque éste pertenezca a la Commonwealth. Son los últimos estertores del pasado imperial.

Al término del debate del jueves en la Cámara de los Lores, lord Trefgarne, ministro adjunto de Asuntos Exteriores, declaró que ese había sido "un momento histórico y feliz". Resulta creíble.

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