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Un muerto y un herido en espectacular atraco a un banco barcelonés

Un transeúnte muerto y un policía herido es el balance del atraco perpetrado en la mañana de ayer por dos hombres armados en la sucursal del Banco Central de la localidad de Viladecans, en el cinturón industrial de Barcelona. El suceso revistió gran espectacularidad y provocó fuerte alarma en la población.

Los hechos se iniciaron a las diez de la mañana. A esa hora, una llamada anónima daba cuenta en la comisaría de policía de Viladecans de que dos individuos armados estaban atracando la sucursal del Banco Central, en la calle del Sol, esquina con la de la Iglesia. Tres inspectores del Cuerpo Superior de Policía se trasladaron al lugar. Cuando penetraron en la entidad observaron que aparentemente no se daba ningún tipo de anormalidad y que los empleados se hallaban sentados en sus respectivas mesas.Cuando ya iban a abandonar el local, fueron sorprendidos por los disparos de un individuo, uno de los atracadores, efectuado desde detrás de una columna Como consecuencia de estos disparos resultó alcanzado en la mandíbula uno de los inspectores. Fue trasladado rápidamente a la residencia sanitaria Príncipes de España, de Bellvitge. Es casado, tiene 39 años y sus heridas, según fuentes de la comisaría de Viladecans, no revisten gravedad.

Tiroteo a la puerta del banco

A continuación, uno de los delincuentes tomo como rehén a uno de los empleados del banco. Sujetándole por un brazo, salió a la calle mientras disparaba hacia los policías. En aquel momento habían llegado a las inmedlaciones de la entidad más dotaciones policiales. Inmediatamente se entabló un tiroteo. El empleado pudo desasirse del atracador, arrojándose al suelo. Entonces, el atracador retuvo a un transeúnte, Mario Jario Cervello, de 59 años, obrero metalúrgico, quien resultó alcanzado por los disparos cruzados entre la policía y el atracador. A consecuencia de las heridas, fallecería poco después, cuando era trasladado a un centro hospitalario.

El delincuente conseguiría llegar hasta un automóvil R-12 para apoderarse de él, tras intimidar al propietarío.

Mientras tanto, el otro asaltante se había hecho fuerte en el interior del banco, amenazando a los empleados. Tres cuartos de hora después, y creyendo que la persona fallecida era su cómplice, optó por entregarse. La policía le ocupó una escopeta de cañones recortados y varios cartuchos. Se trata de José Luis Franco Palomeque, calificado como delincuente habitual. Cuando abandonaba la sucursal, la policía hubo de defenderle de las iras de la gente congregada frente al banco, que pretendía lincharlo.

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