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El Congreso sindical sovietico solicita disciplina laboral y política a los trabajadores

Ayer se cerró en Moscú el XVII Congreso de los Sindicatos Soviéticos, con discursos que señalaban, una vez más, la necesidad de asegurar el bienestar de los trabajadores y movilizarlos en los asuntos "políticos y laborales".

Como era de esperar, han abundado durante estos cinco días que ha durado el congreso las proclamas a favor de la paz y el desarme, sin que se hiciera referencia directa a los problemas internos de la URSS.Los más de 5.000 delegados que asistían al XVII Congreso de los Sindicatos Soviéticos tampoco han recibido ninguna explicación -ni tan siquiera la han reclamado, según las informaciones oficiales- sobre el relevo en la presidencia del Consejo Central de los Sindicatos, que se produjo sólo once días antes de que comenzara el congreso.

El pasado 5 de marzo, Alexei Chibaev cedía su puesto a Stephan Chalaev, justo en un momento en que abundaban los rumores en Moscú y en que, según observadores occidentales, se comenzaba a debatir la sucesión de Leónidas Breznev como líder de la URSS.

Dos eran las posibles causas del cese de Chibaev: equivocaciones en su evaluación de la crisis polaca y escasa autoridad a la hora de poner orden en los sindicatos soviéticos. El discurso pronunciado por su sucesor hace cinco días, al inicio del congreso, dejaba flotar alguna crítica en un mar de autosatisfacción: algunos comités centrales de los sindicatos -citaba Chalaev- han clasificado como empresas de vanguardia a algunos colectivos que ni tan siquiera cumplían los planes.

Agrias críticas

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Como viene sucediendo a lo largo de los dos últimos años en las reuniones del Soviet Supremo (Parlamento), las críticas del líder soviético, Leónidas Breznev, han sido, curiosamente, las más agrias. El pasado martes, en la sesión inaugural del congreso, Breznev insistía de nuevo en la necesidad de romper la barrera burocrática que rodea la economía soviética.

Pero también se dejaba bien claro que la noción soviética de sindicalismo tiene unos bien marcados límites. El sindicato, recordó Breznev citando a Lenin, es una escuela de dirección, administración y comunismo. El líder soviético afirmó también que los sindicatos soviéticos no defienden al trabajador frente al Estado ni al patrón, sino frente a las transgresiones hechas por parte de algunos organismos e individuos frente a las leyes soviéticas.

La neutralidad sindical, según recordó también Breznev, es una imposición que tratan de hacer los "enemigos del socialismo, los ideólogos de la burguesía, los reformistas y los revisionistas", para "separar los sindicatos de los partidos marxistas-leninistas", con el fin de "traicionar a la clase obrera". De este modo, se dictaba un nuevo veto a la existencia de sindicatos no oficiales en los países del llamado socialismo real, lo que constituye de hecho una renovación de la excomunión hecha contra el sindicalismo independiente polaco, paralizado a raíz deI golpe de Estado del general Jaruzelski.

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