Del paso-doble al toma-lentejas
Desde la habitual oscuridad de sus peticiones de subida de tarifas, los mandarines del monopolio telefónico quieren hacer bailar a los consumidores al son que nos toquen. Su invento más reciente fue el paso-doble, recusado ya por la Justicia. Ahora han recurrido, con la bendición del Gobierno, a una vieja sentencia: "son lentejas; si quieres las tomas; si no, las dejas". No parece ser otra la explicación, aún injustificada ante la opinión pública, del reajuste efectivo desde hoy.Telefónica puede decirnos que lo que no pagan unos lo deben financiar otros. Buena explicación económica para hacernos comulgar con ruedas de molino. Otro argumento suele ser que el tema es muy complejo, reservado a los entendidos. Para curarse en salud del fracaso, ya se ocupa la compañía de que la interpretación del recibo sea exclusiva de los iniciados en jeroglíficos.
El asunto, sin embargo, es más claro de lo que desean hacernos creer. Dejemos, para la larga discusión que merecen los 140.000 millones de inversión de Telefónica, aliento de sus filiales y de la ITT. El caso es que, como muchos abonados no aguantan el nivel de tarifas, han empezado a responder con menor consumo. Así, se complica cada revisión y se dificulta la amortización del coste por nueva línea, al parecer situada ya en un promedio de 170.000 pesetas. Olvidado el paso-doble, a cuyo espectáculo no es ajeno el ayer ministro del sector y hoy presidente de Telefónica, la nueva imposición en el recibo mínimo.
Naturalmente, este invento recae solo en las líneas inactivas (suele ser el caso de las segundas residencias); pero también en las economías más modestas, que se verán en la alternativa de aceptar o darse de, baja. La innovación podría ser nimia si no sentara precedente. El próximo reajuste podrá olvidar los 150 pasos de ahora y llegar a los trescientos pedidos en principio, para luego dispararse más y más. Por este camino se iniciará sin remedio la selección de los abonados, hacia la cual ya se empiezan a notar los; primeros pasos entre quienes esperan teléfono; sobrevivirán sólo los rentables.
Abierto el grifo de las tarifas, no preocupa a los directivos de Telefónica que se mojen las economías domésticas peor dotadas, aunque su poder adquisitivo pase del resfriado a la pulmonía. Prefieren imponer el ordeno y mando, con tal de no salpicarse ellos, quienes poco o nada quieren decir de otras vías alternativas, como la mejor gestión y el control racional de gastos.
No extraña así el pacto de silencio pedido en la Junta Superior de Precios, al menos hasta tener servida la subida. Es el caldo de cultivo de los interese,; incontrolados, que tampoco actúan precisamente en favor del medio millón de accionistas. Es lo que no debe ser una empresa de mayoría pública.
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