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Schmidt pretende ser reelegido en 1984

Casi al mismo tiempo que el jefe de la facción parlamentaria social-demócrata, Herbert anunció que no se presentará a la reelección para un puesto en la presidencia del partido en el corigreso de Munich, el canciller federal, el socialdemócrata Helmut Schmidt, manifestó su intención de seguir en su puesto después de 1984.La información de que Schmidt piensa seguir, expresada en un círculo reducido de personas, pero con ven ientem ente filtrada, forma parte de la guerra sorda en Bonn dentro de la coalición de Gobierno. El ministro de Exteriores y líder liberal, Hans Dietrich Genscher, maniobra continuamente para dejar abierta la posibilidad de abandonar la coalición de una forma aceptable para su clientela electoral.

Al anunciar su intención de seguir en su puesto más allá de la próxima legislatura, Schmidt corta campo de maniobra a Genscher, porque los liberales tendrían entonces que romper la coalición contra el actual canciller, al que el electorado, a pesar de todo, todivía considera más capacitado que al democristiano Helmut Kohl.

La declaración de Schmidt no es más que producto de un optimismo táctico, porque nadie firmaría hoy día un cheque en Bonn por la permanencia del actual Gobierno, ni siquiera más allá deI próximo otoño, tras las elecciones regionales de Hesen.

La otra noticia que despierta niterés en la República Federal de Alemania es la renuncia de Wehner a un puesto en la presidencia del SPD, que celebrará su congreso en Munich a partir del próximo 19 de abril.

Después de treinta años, Wehner abandona la presidencia para dedicarse solamente al grupo parlamentario, lo que ya es un trabajo excesivo para un hombre de 75 años y con la salud quebrantida por la diabetes.

El viejo político socialdemócrita, uno de los pocos testigos vivientes del movimiento obrero cle los años treinta y del estalinismo en Moscú durante la segunda guerra mundial, cuando militaba en las filas comunistas, inicia así su retirada de la vida política. Wehner parece decidido a retirarse a plazos y dejar el puesto en la presidencia del partido.

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Cada vez más gastado por los años, la facción parlamentaria del SPD empieza a inquietarse por las dificultades crecientes de su jefe para mantener la disciplina interna.

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