Selección sin polémica
Los millones de españoles que se sienten seleccionadores nacionales se sintieron defraudados el pasado domingo, cuando José Emilio Santamaría se fue del programa deportivo de Televisión Española sin clarearse. Santamaría es buen gallego en el arte de responder sin comprometerse, y aunque en ocasiones sea irascible, también sabe, cuando le conviene, echar mano de los recursos teatrales que seguramente aprendió de un tío suyo que sembró ciencia dramática en Uruguay.Santamaría, desde que se hizo cargo de la selección, se ha movido dentro de un espacio bastante definido. A estas alturas resulta poco menos que imposible hacerle cambiar de métodos y opiniones. Desgraciadamente para él, las tensiones de otros tiempos apenas existen. Antes, los seleccionadores nacionales sufrían críticas derivadas de los intereses localistas. Ahora no hay apenas peleas, porque todos, más o menos, estamos de acuerdo en que no hay otra cera que la que arde.
Santamaría, en estos momentos, únicamente tiene algún problemilla en Sevilla, porque se ha olvidado de Alvarez, el libre sevillista, que desde luego no es inferior a los que están en la lista de los 45 principales. Los béticos reclaman a Cardeñosa, pero sin excesiva convicción. En Bilbao aún esperan que Urquiaga esté en la selección, porque se está recuperando extraordinariamente.
La diferencia entre Santamaría y los seleccionadores de antaño, que tenían el equipo hecho a falta de un par de nombres, es que en la actualidad el conjunto viene dado por una notoria y general mediocridad. Los jugadores geniales no existen.
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