_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

¿El minusválido es persona?

¿Qué es un minusválido? Cada uno de nosotros podría dar una definición que a primera vista seguro que sería aceptable.Pero vayamos a una definición más científica y cualificada; por ejemplo, el diccionario Espasa que nos dice: "Minusválido es una persona que adolece de una invalidez parcial".

He tomado esta definición -aunque sería susceptible de discusión- porque en ella se considera al minusválido como una persona. Pero veamos que, aunque en principio estoy seguro que todos los lectores van a coincidir en aceptar que el minusválido es una persona, al sentar las premisas que de hecho definen a toda persona como tal es posible que la opinión del lector vaya cambiando paulatinamente en muchos casos.

Según nuestra propia Constitución, todos tenemos derecho a una educación, es decir, tenemos derecho a asistir a unas clases que nos van a dar la formación necesaria para afrontar un futuro puesto en la sociedad. Con este planteamiento se le podría formular al lector la primera pregunta: ¿Aceptarían ustedes que en la clase de sus hijos normales hubiera algún minusválido, sin poner ningún reparo? Cuidado, no vale contestar que el minusválido, por su condición, debe recibir una educación especial en centros especializados, por dos motivos: porque aunque todos sabemos muy bien que hay minusválidos físicos, psíquicos y sensoriales y el lector puede decir que muchos de estos minusválidos -sobre todo los psíquicos- no podrían estar en un colegio normal por su evidente deficiencia, debemos tener en cuenta que si un minusválido llega a un aula de educación normal sería porque los médicos, psicólogos, etcétera, habrían dado su visto bueno y ese minusválido estaría plenamente capacitado para asistir a clases de niños normales. El segundo motivo sería que esta contestación resultaría un bonito modo de salirnos por la tangente, sin contestar con toda sinceridad a la pregunta, que es una de las premisas fundamentales para decidir si el minusválido es -como dice el diccionario- una persona.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

El derecho al trabajo

Otro derecho inalienable de la persona, y que también recoge nuestra Constitución, es el derecho al trabajo; si esto lo aceptamos todos como premisa, aquí llegaría la segunda pregunta que yo le hago al lector: ¿Aceptaría el empresario admitir trabajadores minusválidos, teniendo en cuenta solamente su capacidad para realizar un trabajo? ¿Aceptaríamos nosotros, corno trabajadores, el tener compañeros minusválidos, teniendo en cuenta además que en ciertos trabajos manuales o corporales nos podríamos encontrar con minusválidos psíquicos, puesto que estos trabajos los pueden realizar perfectamente? Y aún voy a ir un poco más lejos: ¿Aceptaríamos, como obreros, que en un cargo superior al nuestro hubiera un minusválido, pensando sinceramente que si está ahí es por méritos propios y asumiendo con sentido realista que para esa función está más capacitado que nosotros?

Y llegamos a la tercera premisa fundamental. Toda persona tiene derecho a amar y ser amado o, en su defecto, a realizarse sexualmente, y en esto, aunque no lo recoge nuestra Constitución, existen razones abrumadoras para afirmarlo, aparte de que si recurrimos a ese libro -el más escrito y traducido del mundo, y que a tanta gente le parece fundamental- que es la Biblia vemos que en una de sus citas Dios les dice a los hombres: "Creced y multiplicaos...", y no añade: "todos, menos los minusválidos". Aceptando esto, se me ocurre hacer la tercera y última de las preguntas a ti, chico o chica: ¿Te enamorarías, te casarías o simplemente te acostarías con un minusválido?, y a ti, padre o madre: ¿Qué dirías sí un día llegara tu hijo o tu hija a casa con un minusválido y te lo presentara como su novio?

Si hemos meditado bien antes de responder, la aceptación que hacíamos al principio junto con el diccionario de que el minusválido era una persona, se nos puede transformar ahora a muchos en algo bastante difícil de decidir.

Y ahora, para finalizar, yo les hago la última pregunta: ¿Es el minusválido en realidad una persona? Piensen antes de responder que decir sí implica necesariamente aceptar las tres premisas que he propuesto a lo largo de este artículo.

Yo, personalmente, pienso que el minusválido sí es una persona, pero mi opinión no tiene mucha importancia, sencillamente porque yo soy un minusválido.

Manuel Molina Flores es maestro

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_