Violencia política y tensión en Guatemala a seis días de unas elecciones presidenciales decisivas
La violencia política crece en Guatemala a seis días de unas elecciones presidenciales decisivas para este país y que pueden serlo también para toda Centroamérica. El Ejército anuncia medidas draconianas para garantizar que el 7 de marzo los guatemaltecos podrán acudir a las urnas, mientras desde Washington llegan sutiles advertencias al Gobierno del general Romero Lucas para que no se deje llevar por la tentación del fraude.
El ambiente de tensión e inseguridad es perceptible en la capital, donde el fin de semana se ha sal dado con seis muertos, numerosos heridos y un hostigamiento creciente de la guerrilla. Ciudad de Guatemala, millón y medio de habitantes, pierde su amable aire tropical con las primeras horas del crepúsculo. Las calles se van que dando desiertas y la presencia en ellas del Ejército y de la policía se hace todavía más ostensible. Pequeños convoyes militares fuerte mente armados recorren la ciudad. Los controles policiales se multiplican.Del clima reinante, este enviado especial ha tenido la primera muestra a su llegada al aeropuerto internacional La Aurora. Tras cumplir las formalidades de rigor fui interceptado en el vestíbulo por la policía política. Sin explicaciones se me retiró el pasaporte y fu conducido a una habitación aislada, cerrada con llave, donde dos funcionarios se dedicaron a un registro exhaustivo de mi escaso equipaje, incluidos los más nimios útiles de aseo, y a anotar todos mis datos personales. Fui el único pasajero del vuelo procedente de España objeto de tales atenciones, y se me dejó marchar finalmente sin que lograse averiguar las razones de este trato.
El Estado Mayor de las Fuerzas Armadas ha anunciado que el día 7 cerrará literalmente el acceso a Ciudad de Guatemala y a todas las capitales departamentales, según el general Benedicto Lucas, hermano del presidente y jefe del Estado Mayor. Esta medida sin precedentes, que ya ha sido denunciada por anticonstitucional, tiene por objeto "impedir el desplazamiento masivo de personas, que pueden alterar el recuento de votos y favorecer el fraude".
Durante el fin de semana, co mandos guerrilleros han interferido cinco emisoras para emitir proclamas contra el Gobierno militar.
A pesar del despliegue de las fuerzas de seguridad, la capital está viviendo en las últimas horas episodios de auténtica crónica negra. Botones de muestra: una mujer de setenta años, atacada con granadas de fragmentación al volante de su automóvil; dos hombres, heridos en un control policial, rematados por pistoleros poco tiempo después en el hospital Roosevelt, mientras estaban siendo atendidos; un industrial, asesinado por la guerrilla en su fábrica; dos policías muertos y un coronel gravemente herido en atentado.
En este contexto se produce la carrera a la presidencia para los próximos cuatro años. Las opciones abiertas a los 2.300.000 guatemaltecos con derecho a voto comienzan en el partido fascista Movimiento de Liberación Nacional (MLN) de Mario Sandoval y acaban en el otro extremo del reducido arco, en una coalición derechista moderada, la Unión Opositora (UNO), inspirada por la Democracia Cristiana y a cuyo frente figura el abogado Alejandro Maldonado.
Entre medias, otras dos posibilidades: el continuismo, encarnado en la coalición Frente Democrático Popular (FDP), cuyo líder es el general Aníbal Guevara, delfín del presidente Romeo Lucas, y otra versión de la ultraderecha, representada por el arquitecto Gustavo Anzueto y su Central Auténtica Nacionalista (CAN).
El secretario de Estado norteamericano, Alexander Haig, advertía el domingo, en unas declaraciones a The Washington Post, que Guatemala puede seguir en los próximos meses los pasos de El Salvador.
Quizá por eso Washington está moviéndose activamente para intentar un compromiso que cambie la fachada del poder guatemalteco -el democristiano Maldonado sería su hombre- y permita a la Administración de Ronald Reagan volcarse abiertamente en el apoyo militar al régimen de este país, reducido ahora a una partida simbólica de 250.000 dólares (unos 25 millones de pesetas).
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