El frigorífico
Mi frigorífico, un Fagor E-375, comprado el 7 de mayo de 1980, dejó de funcionar el 25 de enero de 1982, tras año y siete meses de vida. Rebasado el período de garantía, capaz sólo de responder durante un año, aun en el caso de un electrodoméstico tan sencillo, la empresa elude responsabilidades, achacando el fallo a la fatalidad. La reparación, cambio del motocomprensor, supone, aproximadamente, una cuarta parte del precio del coste.Si hasta aquí la desgracia no extraña, por habitual, el problema empieza a agravarse cuando el servicio técnico de la firma me hace "subsistir" durante quince días sin frigorífico, exactamente hasta el 11 de febrero.
Muchas llamadas, reclamaciones, súplicas a personas supuestamente responsables y amenazas de dar publicidad al tema consiguen que un técnico llegue con las piezas necesarias para arreglar el aparato. Efectivamente, tras escapes de gas, susto del vecindario y recomposición de una cocina con ambiente de batalla, abono 11.826 pesetas.
Mi indignación y sensación de impotencia no tiene límites./
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