La mayoría de los jesuitas españoles, en la línea moderada del Vaticano II
Pasado mañana, 23 de febrero, comienza en las cercanías de Roma la reunión extraordinaria de superiores de la Compañía de Jesús, donde debe clarificarse la situación actual de la Compañía de Jesús. Aunque el orden del día alude a unas jornadas de reflexión, el fondo del encuentro es conocer lo que Juan Pablo piensa de la actual Compañía de Jesús y lo que espera que sea de ahora en adelante. La crisis de la Compañía desborda el cuadro de una orden religiosa, ya que las motivaciones subyacentes a la decisión del Papa implica concretas opciones políticas y religiosas de la Iglesia católica.
Fuentes cercanas a los salesianos relataban recientemente que cuando su superior general presentó los servicios de la congregación al Papa, éste escuchaba con obligaba deferencia, al tiempo que se interesaba por los efectivos salesianos. Cuando el superior salesiano habló de los 100.000 miembros, respondió vivamente el papa Wojtyla: «Entonces ustedes son una fuerza de la Iglesia». «No, Santidad», respondió el salesiano, «nosotros somos un servicio a la Iglesia». Juan Pablo II parece sensible al poder de la Iglesia, y ninguna organización religiosa tan fuerte como losiesuitas.Según los últimos recuentos de la Compañía de Jesús, losjesultas son en el mundo 27.027, distribuidos en los cinco continentes. Aunque esto representa, aproximadamente, la mitad del Opus Dei, la otra gran organización católica, su fuerza estriba en la calidad y cantidad de sus instituciones. De los jesuitas son veinticuatro universidades eclesíásticas, 31 universidades civiles, 46 centros de estudios superiores, 432 centros de enseñanza media, incluidos los de formación profesional, doce centros de enseñanza profesional. Esto, traducido en números de alumnos, significa 900.000 que cursan estudios superiores, 500.000 en la media, y 100.000 en formación profesional. En total, millón y medio de alumnos.
Losjesuitas escriben una medía de 5.000 libros por año, poseen unas 780 empresas, entre periodísticas y de revistas, sin contar emisoras de radio, de televisión y agencias de información.
España ocupa un lugar de privilegio en la historia de la Compañía y en su realidad actual. Además del fundador, Ignacio de Loyola, ha tenido cinco generales españoles. Diego Lainez y Francisco de Borja suceden a san Ignacio, y el Papa interviene para romper la saga de españoles. El siguiente español, Tirso González, sin embargo, es obra de una decisión papal que quiere cortar con un rigorista español la fama de laxismo que decían de losjesuitas en aquellas postrimerías del siglo XVII. Español fue igualmente Luis Martín, dos siglos después, al que sucedió Franz Wernz, al que el conservador Pío X quiso destituir por liberal. Desde 1965 es prepósito general Pedro Arrupe.
Con sus 3.050 miembros, las ocho provincias espanolas ocupan el tercer lugar, después de los 5.873 norteamericanos y los 3.123 adscritos a las once provincias indias. La influencia de los jesuitas españoles desborda el marco nacional, ya que las distintas provincias nutren a otros muchos puntos geográficos. Así, la provincia de Toledo, desgajada de la antigua y primitiva Castilla en 1880, contribuyó al desarrollo de los jesuitas en Ecuador, Bolivia y Japón. La provincia de León tomó a su cargo a Cuba, Brasil, Honduras y China. La moderna provincia de Castilla refuerza a Brasil, Centroamérica y China y Uruguay. La provincia vasca de Loyola alimenta a Venezuela, Zalre y Japón. La de Aragón envía sus miembros a Bombay, Bolivia y Ecuador.
Los centros de estudios eclesiásticos superiores más importantes son la Universidad de Deusto, en Bilbao, Comillas, en Madrid, y la facultad de Teología, en San Cugat del Vallés. Centros universitarios civiles los tienen en San Sebastián, los estudios universitarios y técnicos de Guipúzcoa, y en Jaén, la Escuela Universitaria de Magisterio, estudios superiores en Alicante, Santander, Barcelona o Córdoba...
La sorpresa que causó entre los jesuitas españoles la medida autoritaria de Juan Pablo II, marginando el arrupismo, en base a una supuesta secularización de los jesuitas, se debe a que ellos no se reconocen en esos peligros. Según testimonios de los propios jesuitas, la mayoría de la Compañía en España se sitúa en la zona templada de los seguidores del Concilio Vaticano II. Si algo caracteriza a esta mayoría es, según propios testimonios, «una carencia de iniciativas novedosas, un poco resignados, quizá por cansancio, a mantener dignamente lo que ya existe».
Las minorías críticas
Sin embargo, también existe una minoría integrista activa que ya en tiempos de Pablo VI planteó el deseo de desvincularse de la estructura organizada de las provincias existentes, reclamando una especie de prelatura personal que les ligare directamente a Roma. Este sector ha sido beligerante contra Arrupe y esperaban que el delegado papal no fuera Dezza, sino el integrista italiano Molineri.También hay que hablar en el abanico del pluralismo jesuítico de otra minoría más radical, cercana a Cristianos por el Socialismo, o ubicada en barrios obreros, como el Pozo del Tío Raimundo. Este sector está viniendo a menos, y tuvo su esplendor en los últimos años del franquismo. De los jesuitas encargados de Vanguardias Obreras, el movimiento de jóvenes católicos obreros, nació, a principios de los años sesenta, la Asociación Sindical de Trabajadores (AST), que luego se transformó en Organización Revolucionaria de los Trabajadores (ORT).
Existen, finalmente, lugares como Fe y Secularidad, donde los jesuitas mantienen un denodado diálogo interdisciplinar con las teorías filosóficas y científicas de la intelectualidad española. Por dificultades internas, unas veces, y otras, por abandonos consiguientes a la propia dinámica de las posturas críticas, este. sector no tiene ya la pujanza de otros tiempos.
Aunque no es extraño ver a jesuitas con responsabilidades políticas, como los hermanos Cardenal, en Nicaragua, la Compañía de Jesús prohibe a sus miembros la militancia política, salvo permiso expreso. La mayoría de losiesuitas conocidos con militancia política o cargos públicos han observado la regla, «con lo que no se puede hablar de una situación anómala en este terreno», comentan fuentes próximas a la dirección de los jesuitas españoles.
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