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Entrevista:

La universidad italiana recupera su prestigio tras dos años de autonomía

Juan Arias

El Gobierno italiano recurrió hace dos años a la fórmula de un decreto-ley para poder salir de una larga etapa de discusiones estériles sobre la recuperación de la autonomía universitaria que el fascismo había interrumpido. El actual ministro de Educación, Guido Bodrato, explicó a EL PAIS los principales resultados de dicho decreto-ley, que parece haber inaugurado un cambio muy importante en la vida de las universidades italianas.

El problema de la universidad y de su autonomía ha sido el caballo de batalla en este país durante los diez últimos años. Nunca el saber italiano había llegado a un nivel tan bajo de desprestigio. Y si la apertura de las aulas universitarias a todos fue un ejemplo de socialización, su índice bajísimo de seriedad y su exagerada politización la habían convertido en el inri de los demás países de Europa y de América. Y esto hasta el punto de que en un sondeo llevado a cabo hace cuatro años por el International Council on the Future of the University (ICFU) se afirma que «la crisis de las universidades italianas se ha arrastrado durante más tiempo y con mayor desorden y desaprensión que en cualquier otro país europeo». Y sintetiza con estas palabras textuales el diagnóstico de su enfermedad: «Caótico sistema de admisión, edificios e instrumentos inadecuados, un cuerpo de enseñanza polarizado, un fuerte ausentismo, una gran inflación de las notas y una gran ineficacia difundida en todo proceso didáctico ».Aquí se han dado mil razones diversas y contrastantes a este fenómeno de desintegración de la universidad. Entre ellas destaca la ineptitud de los ministros de Educación que se han sentado en el Ministerio más contestado del país. El Parlamento quiso intervenir hace dos años aprobando un decreto-ley que acabara con el caos existente, y para poner en práctica la nueva reforma ele la universidad fue llamado como ministro de Educación Guido Bodrato, una de las figuras más jóvenes y prestigiosas de la izquierda democristiana. Le llaman el ministro inglés por su seriedad, preparación y rigor. Y en realidad, todos reconocen que, paso a paso, la universidad italiana está saliendo del largo túnel y va recobrando su antiguo prestigio perdido.

EL PAÍS le ha entrevistado para conversar sobre el nuevo curso de la autonomía universitaria.

«En realidad», afirma Bodrato, «la nueva reforma intenta resolver las contradicciones surgidas en los diez últimos años. Un problema fundamental era la situación caótica en la que estaba todo el cuerpo de profesores. A eso se refiere, sobre todo, el sondeo americano que tanto nos ha criticado. Las cosas ahora son ya muy distintas. La nueva reforma reduce a tres las infinitas figuras de enseñantes que existían anteriormente: profesor ordinario, asociado e investigador. De este modo, la universidad italiana contará con no menos de 40.000 profesores empeñados en la enseñanza con seriedad y preparación».

Interrupción del fascismo

Pregunta. ¿De quién es la universidad en Italia?Respuesta. Si se exceptúan dos o tres universidades en todo el país, como la Católica de Milán, la de Urbino y la Pro Deo de Roma, prácticamente en Italia todas las universidades son del Estado, pero no por eso son menos autónomas. Muy al contrario, precisamente nuestra universidad tiene una larga historia de autonomía, sólo momentáneamente ofuscada por el fascismo. Existen sólo algunos vínculos administrativos. Por lo demás, existe plena autonomía. Hay una gran participación de profesores y de alumnos, y una gran independencia por lo que se refiere al contenido y a la didáctica. No hay discriminaciones políticas de ningún género y la nueva creación del doctorado de investigación abre aún mayores espacios a su ya amplia autonomía. La figura del catedrático de investigación potencia el esfuerzo científico de la universidad. En este ámbito de la investigación no existen condiciones de ningún género. Y una cosa muy importante es que las facultades que conceden el doctorado de investigación pueden ponerse directamente en contacto entre ellos y también con las universidades extranjeras en plena libertad. Un doctorado de investigación se puede hacer sin necesidad de permisos en cualquier universidad fuera de Italia.

P. En Italia, donde tanto se exaltó siempre la posibilidad para todos de ingresar en la universidad prácticamente gratis, incluso con una especie de sueldo para los más necesitados, ahora se vuelve a hablar del numerus clausus.

R. En primer lugar, hay que señalar hoy un fenómeno nuevo: desde hace dos años se inscriben muchos menos jóvenes en la universidad. Estamos en pleno retroceso, y sobre todo en las facultades más buscadas, como Medicina. Aumentan, sin embargo, los alumnos de la enseñanza secundarla superior. Y por eso hemos pensado que, en vez de imponer el número cerrado para algunas facultades, lo mejor es potenciar esta tendencia de los estudios inmediatamente anteriores a la universidad, en los que hemos creado catorce tipos de especializaciones. Se va a dar mucha importancia a toda una serie de nuevas profesiones, cuyos diplomas de tipo universitario serán concedidos por las escuelas superiores. Por ejemplo, en el campo de la medicina de la ingeniería. Sólo algunas de estas especializaciones darán entrada a algunas facultades de la universidad para poder obtener el «doctor,ado de investigación». En realidad, es una especie de numerus clausus, pero al revés.

P. ¿Es verdad que la universidad italiana estuvo siempre muy politizada?

R. No más que las privadas. Baste recordar las tensiones en 1968 en la Universidad Católica de Milán y en las universidades privadas americanas, donde nació la contestación a la guerra del Vietnam.

P. ¿Por qué algunos padres de familia precieren llevar a sus hijos a las universidades privadas, alegando que se estudia más y que hay menos huelgas?

R. Evidentemente, en las universidades del Estado existe una acumulación mayor de tensiones porque no son clasistas. Pero esto mismo, paradójicamente, ofrece mayor garantía de autonomía la de libertad. Le puedo asegurar que existen escuelas y universidades del Estado de alta calidad profesional. Yo, para mis híjos, no escogería una universidad privada. Considero más formativas globalmente las del Estado.

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