Fraga y China
Señor don Manuel Fraga Iribarne, ¡me ha dolido tanto su artículo ("De China a la Humanidad", del 22 de enero de 1982), sobre todo su final reflexivo y contrito!, que, como diría Antonio Machado, me ha helado el corazón; que un accidental viaje a China sea piedra de toque para que usted se reafirme en una sensación (no cosa, don Manuel), tan primordialmente humana, como es, la de ser más hombre el que hace por comprender y ayudar a los demás, obliga a que uno se pregunte si a usted sólo le conmoverán las abrumadoras muchedumbres, las gigantescas proporciones.Si un hombre de su categoría social ha dudado por un instante de esa sensación de la cual parece ahora más seguro, ¡pobre España!
¿Qué trata de decirnos cuando dice que China considera como enemigo número uno de la paz a la URSS?; nosotros, muchos españoles, no sólo consideramos a la URSS, sino también a EE UU y a otros muchos enemigos de la paz del mundo, porque hay muchas clases de paz.
¿Es que acaso no es cruenta esta paz?, ¿no hay muertes?, simplemente muertos por haber sido simples vivos, por negligencias, irresponsabilidades, fraudes, estafas, por esperar una cama meses, ¿y los que mueren de pena después de haber vivido penosamente?, dejando de ser, por no ser una carga para la familia que empieza, ¿y los parados, emigrantes, los no competentes, los marginados?, todo este arrabal de España que dejando pueblos y aldeas se agolpa en los cinturones de las grandes ciudades hambreando la existencia, ¿es acaso paz esto? ¡No!
Ahora sé por qué razón pasan impávidos los ciclistas chinos sobre sus bicicletas; ¡cuánto daría yo por ver pasar a los españoles, no a
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