Legislación política incoherente
La salida de diputados de UCD hacia otras acampadas políticas ha causado una notoria conmoción en el ambiente parlamentario y en la opinión pública. Los problemas que crea han obligado a un dictamen de los letrados de las Cortes, a una resolución del presidente del Congreso y a una eventual consideración de la disolución del Parlamento o, en otro caso, a una difícil negociación para evitarla, en la que va a ser moneda de transacción o de cambio nada menos que la armonización o no del proceso autonómico.La cosa así planteada es muy grave por dos razones. Prímera, porque, como ha dicho hace poco Martín Villa, o se aprueba la LOAPA o hay que ir a una reforma de la Constitución. Segunda, porque en esa obligada negociación van a erigirse como árbitros condicionantes del futuro tres partidos nacionalistas -catalanes, vascos y andaluces-, cuyo primordial horizonte político es el de sus respectivas regiones y no el español en su totalidad nacional. Así de claro.
Me parece, y, por supuesto, someto mi dictamen, según uso forense, a cualquiera otro me or fundado, que tan grave cariz de la coyuntura política se debe a que nuestra legislación política es incoherente. Ahora esta incoherencia se manifiesta con hechos. Ahora se ve con toda nitidez que el sistema electoral a base de listas cerradas y bloqueadas, formadas por las pequeñas oligarquías caciquiles de los partidos, aparte de que encierran a los millones de electores en unos límites inaceptables en buenos términos de representación, resulta incompatible con el reglamento del Congreso, que impide, muy lógicamente, dado tal antecedente, la formación de nuevos grupos políticos en él, pero también puede llegar a impedir la actuación en conciencia de los diputados que teóricamente no están sujetos a mandato imperativo, pero que en la práctica son esclavos de sus comités y partidos y portallaves de su portavoz. E incompatible también con el buen funcionamiento de la Cámara y con el buen éxito de la iniciativa legislativa del Gobierno. Esto, por el nivel en que ocurre, es todavía peor que la festivalera farsa de sustituciones en las listas de elecciones municipales y provinciales que tuvimos ocasión ya de ver en la presidencia de la Diputación de Madrid y en la alcaldía de Valencia (ambas a cargo del PSOE) y ahora mismo en el consistorio municipal madrileño por obra y gracia de las decisiones de pequeños comités del partido comunista.
Una vez más quiero repetir que lo más urgente, en nuda política, es salir de la organización partitocrática que se ha dado a la nueva democracia española y que para ello hay que ir a una urgente y profunda reforma electoral. Mucho me temo que si no desaparecen las listas cerradas y bloqueadas, una masiva abstención, alimentada además por este mal ejemplo que están dando todos los partidos políticos, podría poner muy en entredicho la representatividad de los elegidos./
Abogado y catedrático de Derecho.
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