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Reportaje:

Las asociaciones de vecinos quieren que por San Isidro puedan organizarse festejos taurinos en todos los barrios madrileños

Las fiestas de toros, novilladas y encierros pueden volver a hacerse realidad para las próximas fiestas de San Isidro en todos los barrios de Madrid, si prosperan las conversaciones mantenidas estos días entre la Federación Provincial de Asociaciones de Vecinos y el Ministerio del Interior. La Diputación es también parte interesada, ya que actualmente ostenta el monopolio taurino en Madrid, desde la propiedad de la plaza de Las Ventas y exceptuando las pocas corridas celebradas en la plaza de Vista Alegre. Desde la pragmática dictada durante el reinado de Carlos III (1770-1788), y descontando raras ocasiones, los festejos taurinos en Madrid se han limitado a los organizados por entidades oficiales, con Io que se erradicó una rica tradición popular.

La lectura de un muy ameno libro de Antonio Velasco Zazo, cronista de la Villa, editado en 1947, nos da una idea clara de la raigambre de la fiesta en los barrios populares de la capital: "La villa de Madrid cuenta desde tiempo inmemorial, como uno de sus pasatiempos favoritos, las funciones de toros. La leyenda pone su origen no sólo en los días del Cid, de quien se cuenta que fue el primero que los alanceó a caballo, sino en los del mismo Bernardo del Carpio, aficionado a correr toros y cañas".Y continúa: "Cuando Felipe III restauró la plaza Mayor, después de los dos incendios que había padecido, se convirtió en escenario de fiestas y allí se corrieron toros y cañas. Además de los numerosos balcones de sus fachadas, se levantaban tablados para el enorme gentío que acudía a presenciar tales espectáculos. Por la mañana se corrían cuatro toros y doce por la tarde, matándose todos ellos con espada o rejón. El pueblo entero mostraba su afán por acudir a la fiesta. Mucha gente dormía en la plaza, a cielo raso, para ocupar un buen sitio. Y apenas amanecía, ya se llenaban de mujeres y hombres los balcones y ventanas".

El mismo trabajo de Antonio Velasco Zazo nos informa de que las primeras fiestas taurinas celebradas en Madrid se verificaron en la explanada del Alcázar, en lo que entonces era Campo del Rey y hoy plaza de la Armería. Posteriormente se trasladaron a la plaza de la Villa, frente a la iglesia del Salvador. En 1603 se corrieron junto al palacio de Medinaceli, y en 1611 hubo también toros y cañas hacia la huerta del duque de Lerma.

José Molina, dirigente de la Federación Provincial de Asociaciones de Vecinos, narra cómo no sólo las fiestas se organizaban por deseo de la nobleza, sino que llegó un momento en que cada barrio de Madrid, cada pueblo de la periferia que hoy son distritos de la capital, tenían sus propias plazas, su afición y sus figuras locales. La cantera de toreros madrileños no salía exclusivamente de la capital, sino también de Vicálvaro, Tetuán de las Victorias, Vallecas, etcétera.

Los antiguos gremios rivalizaban en la celebración de festejos, no ya sólo coincidiendo con la festividad de sus patronos, sino en muchas otras ocasiones.

La pragmática

Durante el reinado de Carlos III (1770-1788), continúa José Molina, se publicó una pragmática real que limitaba a los organismos regentes de la Villa la organización de las corridas de toros, situación que, con excepciones esporádicas, se ha mantenido hasta hoy. En 1979, sin embargo, el entonces gobernador civil y hoy ministro del Interior, Juan José Rosón, autorizó la celebración de una corrida en el barrio de San Fermín, que constituyó un éxito de público. Pocos meses más tarde, el mismo Rosón prohibió un festejo semejante programado durante las fiestas de Tetuán, cuando ya estaban vendidas las entradas.En la mañana del martes se reunió la comisión de cultura de la Federación con Juan José Rosón, para estudiar las posibilidades de que se anulara la pragmática y se devolviera a los barrios madrileños la posibilidad de retomar la vieja tradición taurina. Según José Molina, el ministro del Interior manifestó que no existen grandes inconvenientes en hacerlo, pero que había que contar con la opinión de la Diputación Provincial, organismo que, a través de la propiedad de la plaza de Las Ventas, ostenta hoy el monopolio de las fiestas taurinas en Madrid, a excepción de las que se celebran algunas veces en la de Vista Alegre.

Aunque aún no se han iniciado las conversaciones con los responsables de la Diputación, existe la impresión de que tampoco este organismo se opondría a la idea, dado que en numerosas ocasiones ha manifestado su postura favorable a la revitalización de los fenómenos populares en Madrid y su provincia y dado que, por otra parte, la organización de encierros y novilladas en los barrios, con figuras locales y a precios asequibles a los vecinos de las barriadas correspondientes, tampoco supondría una competencia para Las Ventas.

Para José Molina, la restauración de estos espectáculos, supondría añadir a los fiestas populares un ingrediente que fomentaría la participación.

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