La mejor contribución empresarial a la campaña electoral es la inversión, según el presidente del Gobierno
En la sobremesa de un almuerzo con casi medio millar de empresarios, el presidente del Gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo, dijo ayer que la mejor contribución empresarial a la campaña electoral es que inviertan. Antes reiteró su propósito de no anticipar las elecciones generales de 1984 si afines y adversarios no lo hacen preciso, como apuntó por primera vez el lunes pasado. Los empresarios no preguntaron por los proyectos políticos del Gobierno. Pese a la invitación presidencial sus interrogantes se centraron en aspectos concretos de la economía.
El marco del almuerzo fue la segunda de las dos jornadas organizadas por la Asociación para el Progreso de la Dirección (APD) bajo el título Cómo ven nuestros hombres de empresa la economía española. Las ponencias presentadas por una docena de representantes de los principales sectores, además del ministro de Economía y los responsables de la patronal CEOE y del Instituto Nacional de Industria, coincidieron en vaticinar para 1982 una mejora de perspectivas. Varios ponentes aludieron a la incógnita electoral como posible freno de las inversiones.En su intervención, Calvo Sotelo, presente desde hace años en este chequeo anual de APD, pronunció casi las palabras que llevaba escritas, se mostró dispuesto a contestar a preguntas "que permitan situar en el contexto político general sus preocupaciones económicas", y dijo que "el Gobierno lo está haciendo bien", al servir con fidelidad y puntualidad los objetivos señalados en su discurso de investidura.
La prioridad a la creación de empleo -señaló- ha sido atendida por la falta de retrasos en el Plan Energético Nacional, puesta en marcha del Instituto Nacional de Hidrocarburos, firma del Acuerdo Nacional sobre Empleo (ANE), pulso firme a la inflación, aumento de inversión pública sin llegar a déficit intolerables, marco para la reconversión industrial, saneamiento financiero del Instituto Nacional de Industria, continuación de la liberalización financiera y flexibilidad laboral, entrada en la OTAN y racionalidad y rigor en la construcción del Estado autonómico.
Tras añadir los avances "sustantivos, no definitivos", en seguridad ciudadana, dijo que todas esas medidas han empezado a reflejarse en la mejora de los indicadores económicos (paro, comercio exterior, etcétera).
Moderado optimismo
"Desde estos resultados", agregó, "podemos mirar con moderado optimismo el año que acaba de empezar". Además, anunció que la política del Gobierno jugará un papel más activo en la financiación al sector privado (el objetivo es que el crédito suministrado crezca tres puntos reales), en la aplicación rigurosa del ANE, y en el apoyo a las exportaciones (donde -precisó- no es posible ya mejorar mucho).Después de rechazar las críticas de carencia de un programa económico recordando los planes y reformas en marcha, afirmó: "Empezamos el último año de la legislatura y, en un país todavía novicio en las artes de la democracia, ese hecho desata la expectación pública y adelanta indebidamente un clima electoral. Ya he dicho muchas veces que no tengo el propósito de anticipar las elecciones, que no veo en las fuerzas políticas responsables deseos de anticiparlas y que espero del comportamiento de todos, afines y adversarios, que no hagan preciso el acortamiento de la legislatura. Las elecciones próximas no deben pesar sobre la decisión de invertir. Sería un error ver en ellas un punto singular en la evolución de nuestra economía y, en consecuencia, sería un error adoptar una actitud de espera".
Estas palabras, así como su confianza en que la mayoría de los españoles voten como en 1977 y 1979 ("tengan la certeza de que la mayoría está a favor de la política que ha mantenido el partido del Gobierno"), las repitió en la despedida, al constatar la falta de preguntas sobre la situación política, que dijo no es frágil ni delicada. "El futuro está abierto para todos, No hay alguna razón de incertidumbre o de duda".
Las ocho preguntas formuladas se refirieron a la entrada en la Comunidad Económica Europea (el presidente contestó que debe ser negociada y firmada en un par de años, con otros cinco o diez de período para la adaptación total), el precio del dinero (la respuesta fue que se ha mantenido y ahora empieza a ceder, aunque los tiempos del dinero barato han pasado ya, como para la energía y mano de obra), la intervención pública en la economía ("la polémica empresa pública-empresa privada ya no está viva"), tipo de cambio de la peseta (se mantendrá la política realista de 1981 para recuperar competitividad), ánimo de los empresarios ("hemos tocado fondo y empezamos a mejorar"), ley de Arrendamientos Urbanos (el plan de, viviendas está siendo revisado tras no cumplir todos los objetivos, y será fomentado el mercado fluido de viviendas de alquiler), etcétera.
En la mesa presidencial del almuerzo se sentaban junto con Calvo Sotelo una veintena de personalidades. Sorprendió a algunos existentes la colocación protocolaria, pues, por ejemplo, el presidente del primer banco español (Banesto), José María Aguirre, estaba más cerca del jefe del Ejecutivo que el titular de la CEOE, Carlos Ferrer, y el presidente de la patronal bancaria, Rafael Termes, se sentaba en un extremo.
De la decena de ponencias expuestas en la segunda y última jornada, he aquí algunas afirmaciones:
- Sector público (Carlos Bustelo, presidente del INI): "El pasado año se cerró mejor de lo que se abrió, y veo 1982 con esperanza. Ha habido contención de pérdidas, consolidación del saneamiento, impulso al desarrollo exterior y a nuevos sectores".
- Turismo (Daniel Gutiérrez Fernández, consejero delegado de Hoteles Agrupados): "Hay que consolidad lo que existe y conquistar mercados exteriores. Estamos ante una oportunidad histórica".
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