La crisis polaca afecta a las economías europeas del Comecon
Todas las economías de los países socialistas europeos miembros del Consejo de Asistencia Económica Mutua (Comecon) acusan un clima mundial de recesión empeorado por la catástrofe polaca. Polonia, segunda potencia económica del Comecon, que hasta el comienzo de su crisis compartía con España el décimo o undécimo lugar en la lista de potencias industriales, ha producido una reacción en cadena que ha vaciado las reservas de los diez del Comecon en carbón, azufre, productos y equipos industriales y alimentos. La parábola del hijo pródigo inspira descontento en fieles aliados de la Unión Soviética, que ven cómo Moscú consigue reservas para mantener al hermano díscolo en el regazo del Pacto de Varsovia, con perjuicio económico para todos.Una excepción notoria de la crisis sería la vigorosa economía de la República Democrática de Alemania, que cuenta además con canales de acceso a la Comunidad Económica Europea a través de su hermana federal y con unas cifras de ahorro proporcionadas por una producción industrial muy rentable y no carcomida por inversiones megalómanas.
Hungría, el miembro reformista del Comecon, sigue desarrollando un sistema de pequeñas empresas y de incremento de los incentivos privados, que, según Jozsef Szabo, rector de la escuela de cuadros del Partido Obrero Unificado Húngaro, no serían trazos ce un "modelo húngaro", sino de una "praxis húngara".
En Checoslovaquia coexiste desde 1968 un fuerte dirigismo político y económico del partido único, con una clara necesidad de encontrar una mayor eficacia productiva. Ya hace algunos años se iniciaron en Checoslovaquia experimentos de descentraliz ación sobre muestras de grupos pilotos de fábricas y empresas. Svatoluk Potac, dirigente económico checoslovaco, daba cuenta recientemente de que se recortarían en ochocientos millones de dólares las inversiones en campos no productivos o que resultarán dudosos por su alto consumo energético.
Bulgaria es el aliado más fiel de la Unión Soviética en Europa, lo que no parece impedirle seguir por la cautelosa senda de la reforma económica emprendida hace tiempo por Hungría, intentando poner su industria en un rodaje descentralizador. Para el año 1982 espera una expansión del 3,6%. Debe a los bancos occidentales 280.000 millones de pesetas.
Rumanía sería, después de Polonia, el enfermo más delicado del Comecon, largos años presa de esa fiebre desarrollista industrial que prende en todos los países en desarrollo, se habría encontrado ahora con grandes reservas de bienes manufacturados que nadie consume en el mundo, por resultar caros y haber descendido la demanda.
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