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Mauno Koivisto, sucederá hoy a Urho Kekkonen como presidente de Finlandia

El socialdemócrata Mauno Koivisto parece tener asegurada hoy su elección como presidente de Finlandia por un colegio de 301 grandes electores. La votación será secreta y por escrito. A Koivisto le basta con que seis electores sumen su sufragio a los 145 de que ya dispone para salir elegido, en la primera vuelta, sucesor de Urho Kekkonen por un período de seis años. Finlandia inicia así una nueva etapa en su historia que no supone una ruptura tajante con el pasado ni cambios sustanciales, tanto en política exterior como interna, sino una continuidad en circunstancias diferentes.

Los pronósticos indican que Koivisto será elegido en la primera vuelta, a pesar de que once electores de una de las fracciones del Partido Comunista han anunciado que no le votarán. En cualquier caso, el candidato socialdemócrata cuenta con 145 sufragios, correspondientes a su propio partido, es decir, sólo le faltan seis, y por lo menos veintiún electores del Partido Popular Demócrata le han anunciado su apoyo.Por primera vez en su historia, Finlandia tendrá un jefe de Estado socialdemócrata, interrumpiendo una continuidad de presidentes burgueses, fueran estos conservadores, agrarios o centristas.

La ausencia del padre de la patria, como llamaban a Kekkonen sus conciudadanos, no altera, como se ha visto, el normal desarrollo de la vida política, pero deja un vacío que su personalidad llenaba y que se traducía fundamentalmente por el sentimiento general de estabilidad.

Este cambio en la vida política del país se produce en circunstancias un tanto especiales, como son la peligrosa agudización de las tensiones internacionales y la universalización de un proceso que conlleva una integración que descarta las posibilidades de aislamientos y cuestiona incluso el principio de neutralidad frente a los dos grandes centros de poder mundial que algunas naciones, entre ellas Finlandia, han procurado afanosamente preservar. No conviene olvidar que Finlandia tiene una extensa frontera con la Unión Soviética.

Por otra parte, y desde un punto de vista interno, la crisis económica, que Finlandia, había venido sorteando con mejor suerte que algunos de sus vecinos, ha comenzado a hacerse sentir con la recesión en algunos sectores de la producción y en el incremento inquietante del paro laboral.

Hasta finales del siglo XIX, casi un 75% de la población vivía de la agricultura y sólo un 7% dependía de la industria. En 1950, dicha proporción era del 39% y 22%, respectivamente. Actualmente, la agricultura sólo supone el 6% del PNB y el 16% de la población activa, y la industria el 31,7% del PNB y 27,5% de la mano de obra.

Hacia 1950, las industrias metalúrgicas adquieren un fuerte desarrollo terminadas sus obligaciones con la URSS en concepto de indemnizaciones de guerra, el mercado interno resultó insuficiente para absorber la producción industrial. De ahí la importancia del intercambio comercial en la economía de Finlandia. La industria finlandesa necesita materias primas. Uno de los sectores de la economía que mantiene su dinamismo cuando otros sectores comienzan a mostrar signos de recesión son los astilleros, en gran medida a causa de los pedidos de la Unión Soviética.

El Tratado de Amistad con la URSS

La historia política de Finlandia reconoce un período de dominación sueca (1150-1809) y otro de dominación rusa (1809-1917). En enero de 1918, el Sóviet reconoció la independencia del país, pero debieron pasar algunos años antes de que esa independencia se ejerciera en plenitud.En los prolegómenos de la segunda guerra mundial, Finlandia se encontraba en una etapa de relativa estabilidad política y económica. En noviembre de 1939 sobrevino la ruptura de relaciones con la URSS, tras la negativa finlandesa a conceder bases a aquel país, y seguidamente vino la guerra entre dos vecinos con fuerzas muy dispares y que sorprendió al mundo por la resistencia que ofreció Finlandia. En marzo de 1940 se firmó la paz en condiciones desventajosas para este país. En 1941, Helsinki cedió a las presiones de la Alemania nazi y se sumó al bloqueo de Leningrado.

Tras la derrota, tuvo que firmar un armisticio con Moscú, en septiembre de 1944. La habilidad diplomática de los negociadores de Helsinki evitó males mayores, pero el país quedó maltrecho y territorialmente disminuido. En abril de 1948 se firmó en Moscú, por el entonces ministro de Relaciones Exteriores de la URSS, Molotov, y el ex presidente Passikivi, en presencia del propio José Stalin, el Tratado de Amistad y Asistencia Mutua, que regula desde entonces las relaciones entre ambos países.

El tratado reconoce, por un lado, "el deseo de Finlandia de permanecer fuera de los enfrentamientos o intereses de las grandes potencias", y por otro, que "en el caso de que Finlandia o la URSS sean objeto de una agresión a través de territorio finlandés perpetrada por Alemania o cualquier potencia aliada de Alemania, Finlandia, fiel a su deber de Estado independiente, se compromete a combatir al agresor".

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