El presidente Eanes, enfrentado al cambio constitucional portugués

Antonio Ramalho Eanes, presidente de la República Portuguesa, está poniendo en juego el peso de su mayoría electoral en defensa del actual sistema político luso. Después de varios días de intensa polémica por su oposición a las modificaciones constitucionales que recortarían su actual poder, el jefe del Estado portugués explicó ayer, por vía de un extenso comunicado oficial las condiciones en las cuales dimitiría.Mientras tanto, la agitación laboral que se registra en Portugal se extiende a los más diversos sectores de la economía, con especial incidencia en el de los transportes. El Gobierno atribuye esta agitación a una maniobra política del partido comunista, pero el partido socialista acusa al Ejecutivo de ser el principal responsable de la situación a consecuencia de la "insoportable degradación del poder de compra de los salarios".

En el comunicado, Eanes afirma que respetará las competencias constituyentes del Parlamento y promulgará la ley fundamental que resulte de la mayoría prevista en la materia (dos tercios de los diputados presentes para alterar las disposiciones de la Constitución de 1976), pero indica que dimitirá si considera "perjudicadas las condiciones esenciales" del mandato que le fue confiado por la mayoría absoluta -57% del electorado- en 1980.

Eanes está convencido de que su elección, en diciembre de 1980, contra la voluntad de la mayoría parlamentaria y de Mario Soares, significó, por parte del pueblo portugués, una opción de equilibrio, y muestra su decisión de permanecer fiel al sistema así definido.

Con respecto a la agitación social, desde ayer han parado progresivamente, por segunda vez en este año, todos los transportes públicos, así como los estibadores portuarios, por lo que se prevén graves alteraciones en el tráfico. Otros sectores, como los funcionarios públicos, la enseñanza y la construcción están también afectados por conflictos, generalmente relacionados con los convenios colectivos respectivos. La huelga ilimitada iniciada el lunes por los estibadores portugueses, ha provocado ya la paralización de más de treinta barcos.