_
_
_
_
_
Tribuna:SPLEEN DE MADRID
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Castedo

Lo que se nos había olvidado a todos, cuando dimitió y le glosamos, es que Castedo, Fernando Castedo, era de la ucedé, o sea de la pomada, que estaba en el mogollón y que no se salió, lo cual que seguía en la mística y mecánica de cuando el Régimen, que aquello sí que era un Régimen: ascensión, expansión, dimisión, Banco Hipotecario.El general se lo montaba, ya lo creo que se lo montaba, y lo que pasaba en la Moncloa, aquella tarde gris, mientras Calvo Sotelo buscaba a su hombre por todo Madrid (lo tenía en Roma), era que se estaban entendiendo /trapicheando dos hombres de «lo anterior», salvo el gap generacional, que era lo único que les distanciaba un poco: mas para el gap está el Banco Hipotecario de España, que tiene un nombre que hasta da vergüenza sacarle paralelismos morales, por lo fácil. Eduardo Sotillos se cambió las lentillas blandas por las duras, a a la viceversa, o se puso una lentilla dura y otra blanda, que en momentos así nunca se sabe, y presentó la dimisión con doce de los suyos, tipo Santa Gadea, y otros doce del PSOE, en plan digno, pero Castedo/Galilei leyó la carta a las víboras de la Prensa, salvé el honor y la honra, y hasta el alma, que sólo es de Dios, y don Pedro Calderón de la Barca en su centenario, y don Américo Castro en su osario y toda la basca aureosecular levantaron la cabeza para decirle al chico bien-coño-bien, y el Woody Allen de la TVE se estaba en su sillón de paja esperando la Hamadita del Buster Keaton de la Moncloa, todo como en Hollywood, una comedia de teléfonos blancos, cuando creíamos que era un drama calderoniano. El chico ya está colocado de presidente de un Banco y botones de otro: el Banco de España, que hace sus hombres y los gasta, como billetes nuevos ojurelos con foto de Alberto Schommer.

Normal. Todos los que dimitieron con él, de Sotillos a Antonio Casado, cuyo cese silencioso glosé aquí el otro día, todos cuantos y quienes y cuyos nos habíamos olvidado de que Fernando Castedo era de la ucedé, recordamos ahora que la ucedé se la sacó el duque de Suárez/Rubempré (o Rastignac, como prefiere mi querido Carlos Ollero), y se la sacó del Movimiento, que otra cosa no había, y la mística y mecánica del Movimiento ya la he explicado más arriba o más abajo con la precisión y el discurso del método que me caracterizan: ascensión, expansión, dimisión, Banco Hipotecario. Cruz Blanco, medio roja, medio progre, medio cosa, va a dirigir la revista Complutense, de la Complutense, bajo los auspicios de Bustelo, a ver si le meten marcha democrática a la vida universitaria, que a mi amigo Gazier, economista francés del Mayo/68, no le han dado una cátedra porque la Universidad francesa sigue en poder de la derecha y niega tres veces a Mitterrand, como ahora le han negado el proyecto de nacionalizaciones bancarias. Aquí, como el Banco Hipotecario me parece que es nacional, quiere decirse que Castedo ya está nacionalizado, y ha pasado de ser un ente privé a ser un ente sin entidad, porque han vuelto a comentarlo las tertulias anabolenas en los cafés de Madrid:

-En este país se sale por arriba.

O sea por la presidencia de un Banco, según el modelo Sánhec-Bella. Mi amigo y maestro Francisco Yndurain me manda un ensayo sobre la ironía en Cervantes, que es la que hoy nos haría falta para glosar/ desglosar la hipoteca de Castedo a tres meses vista, o los que sean, desde que arrojó el puñal del godo por un vitral de Santa Gadea o una almena de la Moncloa, para que degollasen asus ingenuos troncos/chorvos. socialistas. La Historia de España es un puro gesto y Robles Piquer llevaba razón, o sea que todo Castedo tiene un precio y él, el Gran Inquisidor, ya altema con Cela en el café de La colmena. Así son si así os parece.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_