Mauroy asegura que la injerencia soviética en Polonia es real
La injerencia soviética en la situación polaca es "real", declaró oficialmente ayer, por primera vez, el primer ministro francés, Pierre Mauroy. A su vez, el secretario general del Partido Comunista francés (PCF), Georges Marchais, se dirigió por carta al general Wojciech Jaruzelski para "lamentar" que este último, "se haya visto conducido a decretar el estado de excepción". A pesar de ello, el enfrentamiento entre los dos partidos de la coalición gubernamental, a causa del asunto polaco, se mantiene.La ofensiva del Gobierno francés contra el golpe de Varsovia y contra la supresión de las libertades democráticas conseguidas por Solidaridad parece estabilizarse. El reconocimiento oficial de la injerencia soviética en Polonia representa un paso importante, pero atenuado por la consideración que hizo ayer el primer ministro ante los diputados: "De todas maneras, existe una diferencia sensible entre la opresión actual, de caracter nacional, y una intervención extranjera más amplia, más directa. El Gobierno francés debe tener en cuenta esta diferencia".
Pierre Mauroy añadió que su Gobierno "está decidido a no tener en cuenta la ley del silencio, detrás de la cual se esconden siempre las normalizaciones". En el mismo sentido afirmó que Francia no era el único país de Europa Occidental que no puede hacer nada sólo y que está dispuesta a "utilizar los acuerdos de Helsinki" contra quienes los han firmado y no los cumplen.
En la carta que dirigió al general Jaruzelski Georges Marchais, resume la posición comunista, fiel a la soviética en el fondo, pero matizada de tal manera que los soviéticos, los polacos, los socialistas franceses y los militantes del PCF pueden encontrar cada cual el argumento que les conviene. Marchais, como el primer ministro, con unas declaraciones sobre un asunto que continúa dominando la atención de los franceses, intenta en primer lugar reafirmar que la cohesión gubernamental (cuatro ministros comunistas de los 42 del Gabinete Mauroy), no se resiente seriamente, por ahora, como consecuencia del golpe de Varsovia.
El líder comunista, al mismo tiempo, con lo que dice y lo que puede leerse o no leerse entre líneas, desearía calmar la ebullición creciente que manifiestan los militantes y responsables provinciales no conformes con la dirección.
A pesar de la aparente tregua entre los comunistas y socialistas, la apreciación de la crisis polaca es radicalmente distinta por ambas partes.
La evolución de los acontecimientos en Polonia graduará, en los sucesivo, las posibilidades de coexistencia en la coalición gubernamental.
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