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Tribuna:SPLEEN DE MADRID
Tribuna
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El fuego

Enciendo el fuego para la convivencia. Hago mi hoguera para los amigos. Prendo la chimenea con cuatro astillas que me quedan (más algún cuadro viejo y malo: algún día hablaré de eso). Francisco Nieva, que va a utilizar a Manuela Vargas para que «baile la palabra», me habla de Quevedo:-Dice nuestro Quevedo que el amor es «arte de ofensas».

Qué vivo y rebullente don Francisco mientras ponen en piel con mal esfuerzo, los versos leñosos de Calderón. Salta Fernández Ordóñez.-Quizá Machado tenía razón cuando criticaba a Calderón por mal poeta.

Quiero ministros así, preocupados por la polémica Calderón/Machado más que por la guerra de guerrillas dentro del partido. Sólo la cultura y el fuego de la tribu, que es un ciudadano más, pueden salvar un país. O sea, la lectura y la convivencia. Le preguntan a Eduardo Haro-Tecglen qué cuadro salvaría del Prado:

-Ninguno, porque en casa ya no cabe nada.

Dice Teresa Azpiazu, nacida Badell, que la situación, las tiranteces sociales de estos últimos tiempos, han mejorado algo. Cruza sus largas piernas de tejido burdeos y esbeltez y todos comprendemos que, efectivamente, la situación ha mejorado algo. La señora de Fernández-Ordóñez no elogia una alfombra de un persa/ Rastrillo, que yo no sé si es muy elogiable. No consigo que José Luis Alonso se entusiasme con ninguno de nuestros autorazos. ¿Será que no hay autorazos? María Asquerino, enrollada con Chejov, se va pronto al ensayo y no quiere una copa. Sacerdotal en escena (más que «sacerdotisa»), parece que fuera a hacer la primera comunión teatral. ¿El talento es profesionalidad o la profesionalidad es talento? Conchita Barral, que le puso música a Strindberg, ha encontrado soluciones muy de su generación, nada strindbergianas, para salvar su vida familiar. Carmen Garrigues, nacida Diaz-Llanos, me trae delicada agenda rusa para el 82. Si yo escribiera la novela de un hijo del siglo (que no hay cuidado, Carmen, tú tranquila), ella tendría que ser la protagonista. Viene de carmelita primitiva y eso le sienta. Es una Santa Teresa apócrifa que a veces se transverbera y da un Garrigues. José Ramón Azpiazu anda preocupado porque un chico suyo ha cogido el Lib y ha descubierto que las mujeres son mujeres. Sisita Pastega/ Catherine Deneuve, nacida Milans del Bosch, con medias a lo Teresa Badell., y no peores piernas, quiere que Paco Nieva (que tiene algo de Villarroel) le haga astrologías y calenclarios, y le sale que su número es el nueve:

-Muy buenas vibraciones -dice Paco- El nueve es el límite de la serie, la máxima tensión. Qué gran mujer.

Y sonríe Catherine, o se nos queda seria, como en el fino retrato manierista que le hiciera Ginés Liébana. Así se cierra el círculo, así hago cada día, en mi imaginación, fuego de prosa, que no hay leña ni dinero para prender la chimenea a diario. Uno quisiera, con fuego de amistad y palabras, recomponer el círculo de paz, tanta gente dispar, España, España. Los ladrones de fuego, sin embargo. La vida se organiza porsí misma, con su pluralidad y su sorpresa, en cuanto hacemos fuego entre la nieve. ¿Por qué robar el fuego de la tribu? ¿Por qué dejarnos ateridos de bandera?

Nieva, que lleva la manta de carromatero manchego como un chal. Haro-Tecglen, cuya última metáfora es Turquía. Los Ordóñez/Divorcio: «Cataluña da el más alto índice de separaciones». Los Azpiazu, Asquerino/Chejov, Carmen/carmelo. Y Sisita, como un oro que sólo quisiera ser de sol. España, vieja tribu numerosa en torno del fuego convivencial. Los ladrones de fuego, sin embargo.

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