El Acuerdo Nacional sobre Empleo, ¿en peligro?
( ... ) Si el deseo y el propósito de hallar soluciones conjuntas a un problema tan básico como el del empleo (y, a sensu contrario, a un hecho tan grave como el paro y el desempleo) inspiraron la gestación y firma del ANE, el diálogo como método y el acuerdo múltiple como resultado son dos buenos instrumentos de una colectividad moderna que merecen volver a utilizarse para demostrar la buena fe de las partes concurrentes en tal finalidad, serán prueba de su solidaridad sincera con tan ingente y humano problema y claro entendimiento de lo que puede ser una verdadera justicia social.Por el contrario, además de lo que, desde una consideración legal, la ruptura o la interpretación parcial puedan conllevar, abdicar de fundamentaciones, olvidar el marco o salirse del acuerdo, sustituir la dialéctica de las razones por la fuerza de los hechos (como lo son tanto las amenazas de las partes como las retiradas de la mesa de seguimiento o las manifestaciones callejeras) no puede sino conducir a un claro retroceso sobre lo conseguido y, en definitiva., a empeorar la situación de tantos y tantos trabajadores y puestos de trabajo como del cumplimiento correcto del ANE dependen.
El camino iniciado es el que debe seguirse, y no el de atribuir sólo al Estado la creación de puestos de trabajo y la solución del problema del paro y la de todos los problemas, aunque sí debe velar muy especialmente porque así se haga. Es la iniciativa privada, a través del acuerdo de los intereses en juego, lo que debe dinarnizarse para buscar y encontrar soluciones; es el aunar las opciones existentes y la potenciación de sus posibilidades lo que ha de impulsarse. (...).
22 de diciembre
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