Arteche, último recurso del inoperante Atlético
El Atlético venció justamente al Español, pero volvió a penar debido a su penuria cara al gol. Gozó de suficientes oportunidades para imponerse cómodamente, pero tuvo que ser Arteche, su defensa libre, el que materializó la victoria. Al cuadro rojiblanco parecen habérsele ido los tantos como los dineros. Sin jugar excesivamente bien, pues erigido Ruiz en la pieza clave del engranaje, sólo puede esperarse voluntad y entrega, más que calidad, le bastó para dominar siempre a un visitante muy poco ambicioso y que se hubiese conformado sobradamente con el empate. El partido, con el campo en condiciones difíciles, fue bastante malo y aburridísimo, especialmente en la primera parte.El mando atlético fue constante todo el partido, pero el planteamiento táctico españolista lo propició descaradamente desde el principio. Maguregui se limitó a poner a Job, un defensa "tipo Gordillo", sobre Marcos; a Canito, con Hugo Sánchez, y a Escalza, con Marian, en defensa, mientras dedicaba al habitual "perseguidor" Molinos sobre Dirceu, más adelante. Como el veterano Carreño ya no tiene "ángel" para encauzar juego, ni siquiera ante el alocado, aunque aprovechable, Clemente, y los dos restantes centrocampistas, Zúfliga y Vilches, salieron amedrentados, cediendo siempre el terreno y la iniciativa a Quique y Ruiz, respectivamente, el dominio local fue evidente. Delante, Murúa y Marañón quedaron así demasiado solos, y el miedoso 4-4-2 fue una mezcla inútil y frustrante de "centrocuentismo".
De todas formas, el Atlético, en la primera parte, salvo un disparo de Juanjo, bien servido por Marian, que desvió Custers a los diez minutos, tampoco llegó a puerta al embarullarse ya desde el centro del campo y no tener precisión en los pases. Oscurecidos Quique y Dirceu, tuvo que ser Ruiz el canalizador del juego, y bastante hizo con mantener el ritmo, aparte de cansarse en consolar o dar ánimos a sus compañeros tras los fallos. El Español, sin ambición por sus precauciones, también se sumó a los errores, pero en menor número al prodigarse poco, y llegó a tener dos oportunidades de gol, una de Zúñiga, que se entretuvo a los veinticinco minutos, y otra de Marañón, a los 37, con un cabezazo que paró Aguinaga.
Por momentos dio la sensación, antes del descanso, de que el síndrome de los Problemas extradeportivos atenazaba o despistaba a los jugadores atléticos. Rubio sustituyó a Marian sin calentar, porque nadie en el césped se dio cuenta de la gravedad de la lesión hasta que el jugador se levantó sin poder andar. Poco después se produjo un córner y tampoco nadie fue a sacarlo. Tuvo que ser Arteche, con un disparo desviado, el que rompió el impasse. Custers inmediatamente paró un buen tiro de Dirceu y el siguiente remate de Rubio. Nada más comenzar la segunda parte, el guardameta belga salvó en el ángulo izquierdo un cabezazo de Ruiz. El empuje rojiblanco se acrecentó y, con más precisión en los pases, aunque idéntica carencia ante la portería, las ocasiones de gol aumentaron. El Español siguió anclado atrás, sin que Giménez y Fortes lo mejoraran, y Aguinaga paró muy bien sus dos únicos tiros con peligro.
Antes del tanto de Arteche, Hugo Sánchez, bien marcado por Canito, pudo engañar al árbitro en el gol anulado, y un tiro suyo, a los quince minutos, rozó el poste izquierdo. Custera volvió a lucirse, a disparo de Quique, a los dieciocho, y Ruiz, infatigable, se encontró primero en su remate con los pies del guardameta, a los veintidós, y después llegó tarde a un centro tiro raso de Juanjo, a los veintitrés. En el último minuto de nuevo perdió una clara oportunidad que hubiese premiado su lucha. Custers, que demostró ser un magnífico portero, se interpuso perfectamente, lo mismo que metió el puño a otro gran tiro de Dirceu -uno en cada tiempo, bien pobre bagaje esta vez-, a los 34 minutos.
En cualquier caso, el Atlético continuará pasando apuros mientras no encuentre el camino del gol más fácilmente. Y con los mimbres que tiene, sin apenas calidad, difícilmente lo va a conseguir.
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