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Diálogo de sordos entre las dos Alemanias en la segunda jornada de Helmut Schmidt en Berlín Este

Las posiciones contradictorias en tre la República Federal de Alemania y la República Democrática Alemana quedaron abiertamente de manifiesto en el segundo día de la visita del canciller federal alemán, Helmut Schmidt, a la RDA Como si la fría temperatura exterior se hubiese filtrado al lugar de las conversaciones, en la casa de huéspedes del Gobierno de la RDA, junto al lago DoelInsee, las discusiones mantenidas ayer por Schmidt y el secretario general del Partido Socialista Unificado (SED, comunista), Erich Honecker, parecían un diálogo de sordos. Los discursos de los dos dirigentes, que fueron retransmitidos íntegramente por la televisión de la RDA, sólo dejaron un punto de coincidencia, que quedó registrado hasta la obsesión el día de ayer: que desde suelo alemán no se repitan los horrores del pasado y nunca más se inicie una guerra.En los restantes puntos controvertidos, las posiciones parecen inamovibles. Honecker centró casi por completo su discurso, en el almuerzo ofrecido a Schmidt, en el tema de la paz y la situación internacional. Si hace unas semanas Schmidt se adjudicó el papel de intérprete de las posiciones occidentales en sus conversaciones con el líder soviético Leónidas Breznev, ayer Honecker asumió el papel de traductor simultáneo de las posiciones soviéticas.

Honecker advirtió claramente que "la buena voluntad (entre los dos Estados alemanes) no puede prosperar a la sombra de los cohetes atómicos norteamericanos", criticó el acuerdo de la Alianza Atlántica (OTAN) de estacionar nuevos misiles en Europa, insistió en la propuesta de moratoria realizada por Breznev en Bonn de no desplegar los cohetes mientras se negocie en Ginebra, y denunció las posiciones norteamericanas sobre la bomba de neutrones y la posibilidad de una guerra nuclear reducida a Europa.

Schmidt, serio y grave

Schmidt escuchó las palabras de Honecker con tono grave y serio, el mismo que adoptó el secretario general de SED durante el discurso del canciller de la RFA. Las bromas y las risas del día de la llegada parecían o Ividadas.

Sin extenderse en detalles, Honecker repitió las exigencias de la RDA del reconocimiento de la nacionalidad: "Son conocidas nuestras posiciones de cómo se puede llegar a una normalización amplia de las relaciones bilaterales". De formamás categórica, en una conferencia de Prensa, el portavoz de la RFA, embajador Wolfgang Meyer, declaró que el tema de la nacionalidad de la RDA "no es negociable", y la única solución es de acuerdo con el derecho internacional, lo que quiere decir el pleno reconocimiento.

Schmidt se mantuvo firme en su discurso y consiguió formular sus posiciones en unos términos que no resultasen hirientes para su anfitrión. El canciller repitió varias veces la necesidad de satisfacer las expectativas despertadas por el viaje, aunque reconoció que "tales expectativas están ampliamente determinadas por el sentimiento y no por la razón. La razón nos dice que en nuestras conversaciones no se pueden mover rnontañas".

El canciller apeló a "emplear la fuerza y fantasía para superar las barreras existentes entre nosotros en beneficio de las gentes". Sobre este punto de las mejoras de tipo humanitario, Honecker dejo una puerta abierta cuando dijo en su discurso del almuerzo que "todas las sugerencias y propuestas para un desarrollo positivo de las relaciones bilaterales serán examinadas con buena voluntad".

Elevar el tipo de cambio

Schmidt no dejó de mencionar el efecto negativo que había tenido la decisión de la RDA, en octubre de 1980, de elevar el tipo de cambio obligatorio para los visitantes del país. Las posibilidades de conseguir una mejora en este punto parecen mínimas de momento, aunque no se excluye que después de la visita pueda lograrse algún progreso.

El resumen del segundo día de la visita de Schmidt a la RDA podría concretarse en que las dos partes están de acuerdo en la existencia de un desacuerdo y que estas contradicciones no se tratan de ocultar.

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