El caso Mussa Sadr, un enigma oscuro
El "caso Mussa Sadr" se ha convertido en un verdadero enigma y, para los observadores occidentales, en un símbolo de la discordia entre moderados y radicales árabes.Nacido en la ciudad santa de Qom, cuna del islam chiita iraní, hace 53 años, Mussa Sadr conoció estrechamente al imán Jomeini en su exilio iraquí de Nayef y mantuvo también sólidas amistades entre los miembros de la plana mayor revolucionaria iraní, sobre todo con el fallecido Mustafá Chamran, miembro del Consejo de Defensa, fundador del movimiento Amal, que ahora reivindica el secuestro del avión libio.
Mussa Sadr viajó en su juventud a la ciudad libanesa de Maaraka, donde llegó a convertirse en líder de la comunidad chilta libanesa, que posee casi un millón de seguidores y es la más numerosa después de la iraní.
Vinculado al régimen de Damasco -se asegura que mantenía audiencias regulares con Hafez el Assad, ante el cual gozaría de amplio ascendiente-, los chiitas libaneses ocupaban un territorio estratégicamente crucial para combatir a Israel.
Según algunos testimonios, Sadr se opuso a que algunas fracciones de la resistencia palestina hegemonizaran esta lucha desde los territorios chiitas, lo cual determinaría su enemistad con algunos dirigentes árabes, entre ellos Muamar el Gadafi.
No obstante, Mussa Sadr viajó a Trípoli a finales de agosto de 1978 para asistir a las ceremonias conmemorativas de la revolución libia.
Su rastro se perdió entonces en Trípoli, adonde había acudido junto al ulema Yacubi y al periodista libanés Abbas Baddredine. Si bien las autoridades libias aseguraron entonces que Mussa Sadr abandonó Trípoli en un vuelo de la compañía aérea Alitalia, las autoridades italianas desmintieron esta información posteriormente.
En la primavera de 1980, el comandante Abdesalam Jallud, número dos del régimen libio, aseguró en Teherán que Mussa Sadr había sido secuestrado por "terroristas a sueldo del imperialismo" y declinaba toda responsabilidad libia en el supuesto secuestro.
En septiembre del año pasado, fuentes norteafricanas aseguraron a EL PAÍS que Sadr había sido secuestrado en Trípoli, por indicación libia, por Jean Jacques Delaporte, un francés adscrito a la rama prosiria de la resistencia palestina, a la sazón preso en una cárcel argelina.
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