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Entrevista:

"La efervescente vida colegial de hace una década no traía nada constructivo a la profesión", afirma Pedrol Rius

Antonio Pedrol ha sido reelegido por tercera vez decano del Colegio de Abogados de Madrid. Desde que en diciembre de 1973 tuviese acceso por primera vez al decanato en confrontación electoral con Joaquín Ruiz-Giménez han pasado ocho años, en los que se han producido trascendentales cambios en la vida política y social española, que han tenido, lógicamente, su repercusión en la vida corporativa de la abogacía madrileña.

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Pregunta. ¿Cómo valora usted su nueva reelección al frente del Colegio de Abogados de Madrid?Respuesta. De cara al ámbito interno del Colegio, como un reconocimiento por parte de mis compañeros de la íntegra y desinteresada dedicación a su servicio. De cara al exterior significa el respaldo abrumadoramente mayoritario de las reivindicaciones que estoy planteando ante los poderes del Estado y de los ofrecimientos que estoy haciendo a la sociedad española.

P. ¿Cuáles son las reivindicaciones más urgentes que tiene planteadas la abogacía al Estado?

R. El reconocimiento legal de que la asistencia al detenido no es un derecho en el que juegue únicamente el interés del detenido, sino que juega también el interés de la sociedad en el efectivo cumplimiento de un precepto constitucional. Todo lo cual motiva que, a nuestro juicio, se trata de un derecho irrenunciable.

En la misma línea, nosotros reivindicamos la necesidad de que cualquier ciudadano, cuyos derechos se encuentren en peligro por la desbordada actividad administrativa, cuente con la asistencia de un letrado para defenderlo.

P. Parece que existe una cierta desgana, acrecentada en los últimos tiempos, en ciertos sectores de colegiados en relación con la problemática del Colegio. ¿Cómo interpreta usted este hecho?

R. Me interesa precisar que cuando se hacen comparaciones con la efervescente vida colegial de hace una década se trata de una nostalgia, a mi juicio, improcedente, porque aquella efervescencia ni era propia de un Colegio de Abogados en momentos normales de la sociedad ni traía nada constructivo a la profesión y se explicaba únicamente por el hecho de que las inquietudes públicas veían cerrados sus cauces naturales de actividad.

Ahora, dentro del Colegio hay un trabajo callado de la junta de Gobierno y de las comisiones de trabajo, y sus resultados han sido, entre otros, que se haya abierto a la abogacía una participación en el proceso de elaboración legislativa.

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