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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Reajuste ministerial

EL NUEVO Gobierno formado por Leopoldo Calvo Sotelo no brinda novedades políticas dignas de mención. A última hora de la noche, la lista oficial del Gabinete ofrecía en todo caso un nuevo ajuste de cuentas de los grupos que integran el partido del Gobierno, pero el largo camino recorrido por el presidente para llegar a esta solución no merecía tanta atención de la opinión pública ni supone una respuesta política sustantiva a los problemas reales que aquejan al país.La ausencia, una vez más, de cualificados representantes de la plataforma moderada no hace sino aumentar la sospecha de cuáles son las auténticas finalidades de estos políticos de corte reaccionario, siempre prestos a ejercer el acoso y derribo y poco dispuestos a asumir claramente responsabilidades en la administración de los asuntos públicos. Herrero de Miñón demuestra con su negativa a asumir una cartera cuánto hay de demagogia y cuán poco de voluntad integradora y de compromiso en la acción de gobierno por parte de alguien que no obstante ha manejado con liberalidad próxima al despilfarro su poder como portavoz parlamentario del centrismo.

Esta y otras negativas de última hora habrán forzado probablemente al presidente a descender en trámite de repesca al segundo escalón del partido, con el fin de presentar una lista completa en las galeradas del Boletín Oficial del Estado. El desdoblamiento del Ministerio escoba Trabajo, Sanidad y Seguridad Social en dos nuevos departamentos y la creación del de Agricultura, Pesca y Alimentación eleva al reino mayor de las confusiones el cumplimiento de uno de los compromisos asumidos en el Pleno del Parlamento que trató el envenenamiento masivo por aceite. De esta manera, la colza se cobra la víctima política de Sancho Rof, mientras que García Diez, que muy probablemente se encuentra entre los primeros responsables políticos del escándalo del aceite, se eleva a la condición de vicepresidente, junto a Martín Villa, a quien se le agradecen por este procedimiento los servicios prestados en el desembarco de Calvo Sotelo al frente del partido.

Pero por encima de esta chismografía quedan serias incógnitas a despejar. ¿De dónde procedían las prisas para cerrar la lista a última hora de la noche de ayer? ¿Hay que buscar esta aceleración en una nueva oferta del PSOE, dispuesto a formar un Gobierno de coalición para fortalecer las instituciones democráticas? Estas respuestas son las que verdaderamente esperan los ciudadanos del nuevo Gobierno y no las explicaciones domésticas que hayan influido en la recluta del nuevo equipo gubernamental.

Calvo Sotelo parece hacer un esfuerzo con esta remodelación para demostrar lo que ya casi nadie cree en este país: que el centro sigue siendo una opción válida desde los postulados de UCD, y que UCD como tal comparecerá, y con oportunidades de victoria, en las próximas elecciones. Para eso ha premiado a lo más insulso de la socialdemocracia arrepentida que no se marchó del partido con Fernández Ordóñez y que en realidad no constituye sino un puñado de tecnócratas voluntariosos y obedientes al poder; y ha recuperado a lo más dudoso del suarismo desvertebrado. Ha hecho un Gobierno lleno de burócratas y ha dejado intactas las grandes opciones de la política: la defensa, los asuntos exteriores, la economía. Pereciendo en manos del fulanismo y del clientelismo, con fulanos y clientes de no demasiado relumbrón, ha devuelto la aguja de marear donde la aguja estaba. Y a la hora de determinar que una mujer ocupe una cartera, por primera vez desde Federica Montseny en este país, ha hecho una opción de dudosa eficacia. Este, en definitiva, es el Gobierno de UCD, el único que el partido puede ofrecer y el único al que se puede aspirar si no hay una voluntad de cambio real y de hacer frente a las grandes cuestiones de este país.

De cualquier manera, este Gabinete encontrará el apoyo social si, seriamente y con disposiciones del Boletín Oficial del Estado, consolida el sistema democrático, pone coto a las agresiones contra la Constitución, garantiza la celebración de un juicio justo a los presuntos rebeldes del 23 de febrero y convoca a los ciudadanos a las urnas sin que los votantes puedan sentirse tutelados por una opción de fuerza superior que la consagrada en la Constitución y cuyo aniversario celebraremos el próximo fin de semana. Nadie, decíamos hace unos días, puede pedirle peras al olmo. Al Gobierno de Calvo Sotelo, que se parece como un huevo a otro huevo a todos los demás Gobiernos de la transición, sólo le solicitamos eso: energía y autoridad en la defensa de las libertades y voluntad práctica de llegar a unas elecciones generales al margen del fantasma de cualquier golpismo.

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