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Una especialidad dependiente de la importación

La medicina nuclear es una especialidad que también incide en el tratamiento de cánceres, en especial en el de tiroides y en aquellos casos en que es necesario calmar el dolor óseo producido por otros cánceres, como el de mama y próstata.La diferencia esencial entre la medicina nuclear, como método de diagnóstico y como tratamiento de cánceres, se basa en el tipo de radiaciones: mientras que el diagnóstico se realiza mediante radiaciones del tipo gamma, que son ondas electromagnéticas carentes de materia y capaces por ello de atravesar sin dificultad el organismo, el tratamiento se realiza con radiaciones del tipo beta, dotadas de materia y con la facultad de diseminar toda su energía en un radio de acción de pocos milímetros, con lo cual queman o alteran las células del tumor canceroso.

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Exploración gammagráfica, un eficaz sistema de diagnóstico

La situación de la medicina nuclear en un país puede ser un índice significativo del desarrollo de dicho país no sólo en materia sanitaria, ya que esta especialidad médica supone una infraestructura industrial avanzada. En España los radio-isótopós que se utilizan tanto para el tratamiento como para el diagnóstico deben ser importados de Estados Unidos, Holanda y el Reino Unido.

Material importado

«El hecho de que se tengan que importar o no los radioisótopos que utilizamos tiene una gran importancia», dice la doctora Vírgala, del servicio de medicina nuclear del Instituto Nacional de Oncología, «porque hay una relación entre la vida media de un isótopo, que puede oscilar entre dos días y sólo unos minutos, y sus posibles peligros en el paciente. Esto no quiere decir que haya que alarmarse ni mucho menos, pero lo cierto es que a mayor vida del isótopo mayor posibilidad de peligro en el caso hipotético de que el paciente no lo elimine. Y si aquí tenemos que traerlo a veces desde Estados Unidos, lógicamente la vida de ese isótopo tiene que ser por fueza más dilatada».

Además de esta rémora, la puesta en funcionamiento de cualquier servicio de medicina nuclear supone unos gastos aproximados de sesenta millones de pesetas, más un mantenimiento también aproximado de un millón al mes. Esto hace que en España sólo contados centros de la Seguridad Social (y en poquísimas clínicas privadas) puedan tener esta especialidad.

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