Violencia y huelgas en Rumanía por la falta de alimentos
La población rumana demuestra cada día su exasperación ante las malas condiciones de vida y las dificultades alimenticias mediante revueltas anárquicas y actos violentos esporádicos, ante la falta de un movimiento de oposición organizado, dada la vigilancia absoluta a que están sometidos los líderes del sindicalismo libre (SMLOR, ilegal), Ion Cana y Gheorgue Brasoveanu.Los incidentes son cada día más frecuentes. El pasado mes de febrero aparecieron octavillas y panfletos reclamando la fundación de sindicatos libres y anunciando la ocupación de fábricas y huelgas en mayo, lo que fue desbaratado por el aparato policial rumano, que contó, además, con la escasa audiencia del llamamiento.
En septiembre pasado dos pequeñas bombas hicieron explosión en Ploesti, una en una librería donde se vendían las obras del presidente Nicolae Ceaucescu y la otra en una fábrica. Pero una fecha clave en los disturbios fue el pasado 16 de octubre, con una casi verdadera sublevación en la región de Motru.
Con el telón de fondo de las medidas de racionamiento y autoabastecimiento exigidas a los campesinos, ese día comenzaron las manifestaciones.
El 17, iniciaron huelgas las minas de carbón de Livrda, Luppaia y Horasti, en la ciudad de Matasari. Se dice que algunos responsables del partido encargados de la represión fueron asesinados. El 19, la huelga alcanzó a la central térmica de Rogosjelu, y hubo manifestaciones en la misma capital, Motru. Tropas de la policía política fueron enviadas a la región para "pacificarla".
Pero el hecho más espectacular se produjo a principios de este mes, según la Liga de Derechos Humanos de Rumanía, cuando Ceaucescu fue recibido en Motru a pedradas por los mineros, al descender del helicóptero, en el que regreso inmediatamente a Bucarest.
Por esos días, el secretario del partido en Orsova fue golpeado y se produjeron desórdenes, no esclarecidos, en Giurgiu, al sur de Bucarest, de gran riqueza cerealera, donde se dice que fue linchado el secretario adjunto del partido de esta ciudad al huir el primer responsable.
En la misma Bucarest, la policía ha disuelto colas de personas que esperaban ante unos almacenes para comprar aceite, exigiendo a todas ellas identificarse.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.