_
_
_
_
Tribuna:SPLEEN DE MADRID
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Los ciegos

Los ciegos, los ciegos, ahora son los ciegos, un culto ciego belga, que quiere pasar al método Braylle mi libro Memorias de un niño de derechas para que lo lean todos los ciegos belgas y franceses, todos los ciegos que leen francés en el mundo, los ciegos, ah los ciegos, la media humanidad en sombra, aborígenes del privilegio de lo negro, indígenas del oro de la nada, los ciegos, mis finísimos ciegos sutilísimos, porque «mis límites son mi riqueza», y el hombre limitado por la luz o la sombra enriquece hasta el virtuosismo (en todo ciego hay un virtuoso de algo, con frecuencia de la música) los demás sentidos, y no sólo los demás sentidos, sino esos otros sentidos, incógnitos y próximos, de que nos habla ya la biología: hombre de tres cerebros, el hombre (según recopila Koestier, el reptil, el primitivo y el superior), cómo no va a ver mundos y trasmundos al alcance del ciego, de los ciegos.El otro día he hablado aquí de escribir para los analfabetos, que es la única marca que debe marcarse el escritor. Y ahí están los ciegos, analfabetos cultísimos, analfabetos respecto del alfabeto del día, pero que leen en todo lo demás con el oído, las puntas de los dedos, la memoria, el cuerpo entero. Se ha hecho a veces, entre nosotros, la dramaturgia de los ciegos, la explotación sentimental o social de ciego. Sólo quiero recordar al maestro Rodríguez-Albert, sombra polvorienta de los cafés madrileños republicano, pobre y digno, dandde su ceguera, que se quejaba mucho, lleno de reproches, de alguno correligionarios que habían metaforizado la ceguera a efecto ético/estético, pero le habían restado su calderilla música al buen ciego.

SABATO

Rodríguez-Albert, ay tu bastón de plata, nada pretencioso al que te acogías como riqueza última y contacto primero de un más allá con luz, de un más allá con oro, que sólo el invidente abre los ojos, un día, en alguna parte. No hagamos el sentimentalismo de ciego, que a ellos les molesta y con razón, que es demasiado fácil y es mentira, pues se ha hablado de Homero, ciego y genio, cuando Homero fueron varias generaciones de aedas griegos. No hagamos nuestro informe. sobre ciegos siempre entre la ambigüedad de Sábato o la eticidad de otros. Digamos solamente que a lo más que puede llegar un escritor como yo que se deja los ojos en la prosa, cada día, es a entrar en el reino de los ciegos, a que lo lean los ciegos, los analfabetos y los pobres, las tres especies puras, las tres razas celestes que nos rondan. Lo demás es marketing y Ateneo.

Habla Luis Martín-Santos, en Tiempo de silencio, de los ciegos:

-¿Quién ha echado todos los ciegos de Madrid a la calle, en e día más crudo del año?

Algo así se preguntaba el gran escritor, que pasaría en seguida a la ceguera doble de la muerte y la gloria. ¿Y qué han podido encontrar los ciegos, qué van a encontrar en mi libro, qué Memorias en su desmemoria, qué niño de derechas ni de izquierdas, ellos, que son de partido de Milton, quienes nos juzgan siempre entre la sombra? Nadie sino los ciegos nos ven tan claramente en nuestra usura de tiempo, de fama, de dinero. Cuando se escribe, en fin, con el corazón ciego de veracidad, acaban leyéndole a uno los ciegos, en su francés y su Braylle, que a un invidente sólo puede interesarle lo que está escrito con videncia, no con el mero oficio o la rutina.

Los analfabetos, ciegos para la luz fenicia de. lo que uno dice, ciegos para la luz de la gramática, también lo leen a uno.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_