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La UCD necesaria

(...) No podemos eximir de culpa al señor Calvo Sotelo. Si repasamos hoy su programa de investidura podemos reconocer que, paso a paso, ha ido cumpliendo con rigurosa fidelidad la casi totalidad de sus compromisos. Ha dado al Gobierno una claridad y una solidez de la que carecía. Ha recuperado grandes zonas de credibilidad perdida. Se ha mostrado como un líder capaz de presentarse con dignidad a unas próximas elecciones generales.Pero su balance en el interior del partido ha sido mucho menos satisfactorio. El que en vísperas de las elecciones de 1977 demostró una infinita habilidad política consiguiendo el aglutinamiento de UCD, que era entonces un avispero mayor de lo que es ahora, no ha sabido en los últimos meses utilizar plenamente ese carisma de unidad que poseía y posee. O por mantenerse "por encima de la marea", o por afanes ingenuos de no estar con nadie esperando que así estuvieran todos con él, su acción interna ha sido corta e insuficiente. Retrasó la necesaria crisis de Gobierno, esperando con ello no acelerar la ruptura -confiando quizá en que se mantendrían dentro quienes esperasen cotas de poder-, pero llegó la ruptura al mismo tiempo que arrastraba un Gobierno evidentemente gastado y superado.

¿Está todavía a tiempo el señor Calvo Sotelo de salvar a UCD de los restos de un naufragio? Nosotros creemos que sí. Y el país cree que es necesario. Los propios adversarios políticos de UCD lo decían ayer. "Romper UCD sin saber lo que viene detrás de ella es una insensatez".

4 de noviembre.

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