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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

En la sección

"Gente", de EL PAIS, leo hoy (23 de octubre) la noticia, filtrada casi inevitablemente por Sotillos, de que éste recibió una invitación de UCD sobre la que se leía, en rojo, claro, "este no, que es del PSOE". Yo me solidarizo aquí con el desconsuelo del director de RNE por no ser invitado a los saraos ucedeos, pero no puedo evitar el pensamiento de que "quien a hierro mata...". Y la razón es ésta: a mí me echaron, arbitraria e indebidamente, de RNE durante el larguísimo interregno del señor Villot y Villot al frente de dicho medio, y esto no sólo lo digo yo, sino la sentencia firme y no recurrida de Magistratura. El mismo día que nombraron director a Sotillos le mandé, con mi enhorabuena, un relatorio escrito de las injusticias conmigo cometidas, solicitándole simultáneamente audiencia para ampliar dicha información. Andaba yo entonces ilusionado pensando que este equipo de profesionales traería la democracia a RNE, arrumbando a los burócratas, olvidándose de nepotismos y banderías, y reinstaurándome, en consecuencia, a mi perdido y querido puesto de trabajo. A Eduardo se le llenaba la boca por aquellos días además hablando de la radio viva, y yo creo haber aportado algo a ésta, y también a la libertad de expresión ya desde febrero de 1974, cuando aún las ondas nacionales conservaban tanto tedio, rigidez y oficialismo. No podía, sin duda, quedarme fuera de esta revitalización. Bueno, pues que si quieres arroz... Lo más sangriento del caso es que, cada vez que me he interesado en la secretaría del señor Sotillos por la susodicha audiencia, se me ha comunicado con toda seriedad que "todavía no me tocaba el turno". "Pero, hombre", he argüido yo, "si la solicité el mismo día en que fue nombrado director...". Y se me ha replicado, sin perder un ápice de la citada seriedad, que "otros se enteraron antes" y antepusieron su solicitud a la mía. Así que sigo en la cola, pasándolas canutas y privado de expresarme en el medio que más me va. Y así que, al cabo de nueve meses de espera -¡hasta podría haber tenido un niño mientras!-, no he tenido más remedio que arriar por enésima vez mis esperanzas y pensar -rindiéndome al veredicto de las lenguas viperinas- que, si hubiese llegado a la susodicha secretaría blandiendo un carné del PSOE, la habría traspasado "sin romperla ni mancharla", como dicen que vino al mundo el Mesías. Lo malo -o lo bueno- es que yo no soy, ni antes ni ahora, de afiliarme a cosas (llámese Opus, UCD o PSOE) para triunfar profesionalmente. Así me luce el pelo. Pero da tanta pereza hacerse venal a estas alturas.../

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