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RTVE, la mayor sala de conciertos de España

La razón de existencia de la Orquesta Sinfónica y Coro de RTVE no es tanto atender al público que asiste a los ciclos del Real como hacer llegar la mejor música, a través de la radio y la televisión, a la mayor cantidad de españoles. Tradicionalmente, la radio ha transmitido directamente todos los programas de la Sinfónica de RTVE; es un hecho nuevo, al menos considerado como actividad regular, su difusión a través de micrófonos y cámaras.Desde el comienzo de la presente temporada, la segunda cadena de Televisión Española programa los conciertos de la Orquesta y Coro, que, a su vez, han sido planeados teniendo muy en cuenta las características peculiares de una audiencia que llena la tantas veces denominada «mayor sala de conciertos». Así, los 4.000 melómanos madrileños se convierten, con facilidad, en varios cientos de miles de españoles, muchos de los cuales no tienen más posibilidades de disfrute musical que las que les proporciona la radio y la televisión.

Hoy, sábado, a las diez de la noche, podremos escuchar a la Orquesta de RTVE, dirigida por Witold Rowizki, uno de los maestros polacos de mayor prestigio, que ha contribuido, a lo largo de su carrera, a la mejor difusión de los compositores de su país. El maestro actual de ellos es, sin duda, Witold Lutoslawski (1913), que en su Música fúnebre, compuesta en 1958 en memoria de Bela Bartok, representa un momento fundamental en la evolución estética del autor por cuanto combina la modernidad de lenguaje con un sentido humanístico transmitido a través de una orquesta viva de coloraciones.

Acompañan a la obra de Lutoslawski, un clásico del siglo XX, dos partituras del gran repertorio: la Rapsodia sobre un tema de Paganini, para piano y orquesta, de Rachmaninoff (1873-1943).

El gran pianista y compositor ruso desarrolla con gran inventiva y poder de adaptación a su propio estilo el Capricho 24, de Paganini, sobre el que trabajaron también, entre otros, Lisztl Brahms y Ligeti. Es solista el español Joaquín Soriano, catedrático del Conservatorio madrileño y uno de los valores de la actual generación de intérpretes.

En fin, la Séptima sinfonía, de Dvorak (1841-1904), es ejemplo de un nacionalismo que debe tanto a la herencia centroeuropea (a Brahms, sobre todo) cuanto a las características generales de la música tradicional bohemia. El teatro Real, de Madrid, se convierte cada sábado por la noche en real sala de conciertos de España.

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