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El paro de cuatro horas en Italia se convirtió en una huelga general

El paro de cuatro horas conovocado para ayer por los sindicatos italianos contra la patronal y como advertencia contra el Gobierno de Spadolini, que en un principio debía afectar exclusivamente a los sectores de industria y agricultura, se extendió finalmente a otros campos de producción, con lo que, según apreciaciones de la agencia Efe, se ha convertido prácticamente en una huelga general.

En Roma y Milán se han sumado al paro los funcionarios y empleados de comercio, trabajadores de banca, turismo y servicios públicos. Las asambleas en fábricas y centros de trabajo fueron la tónica del día, y el movimiento de protesta contra la vía dura adoptada por la patronal para frenar la subida de los salarios fue asumido por la mayoría de los trabajadores italianos.Vittorio Merloni, presidente de la Cofindustria, la gran patronal, señaló, horas antes de que se iniciara el paro general, que los empresarios no estaban dispuestos a modificar su postura "a pesar de la intransigencia de los sindicatos".

Por su parte, los líderes sindicales temen que las acciones de protesta terminen convirtiéndose en una explosión de protesta contra el Gobierno italiano, perdiendo su primitivo carácter de simple advertencia. El riesgo de quedarse solos ante el Gobierno Spadolini pesa sobre los tres grandes sindicatos, el comunista CGIL, el socialista UIL y el de tendencia cristiana CISL.

La Confederación Sindical Unitaria, que engloba a las tres organizaciones citadas, rechaza un programa económico que prevé una reducción del déficit público y de freno a la inflación a costa de llevar a cabo unos recortes presupuestarios que afectarían fundamentalmente a la sanidad y previsión social.

Sin embargo, los dirigentes sindicales están dispuestos a dar un margen de confianza al Gobierno Spadolini, porque, en las actuales circunstancias, lo consideran el único "Gobierno posible". De ahí que el paro de cuatro horas de ayer sólo tenga ese carácter de advertencia y no de enfrentamiento frontal, que los sindicatos quieren, por encima de todo, evitar.

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