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29º Congreso del Partido Socialista

Felipe González explica la gestión de la ejecutiva saliente y desde la perspectiva de la crisis del sistema democrático

El secretario general del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), Felipe González, expuso durante cerca de dos horas la gestión realizada por la ejecutiva del partido en los últimos dos años, e insistió repetidamente en las dificultades por las que atraviesa la democracia en España. Ante ellas es preciso dar prioridad a los problemas nacionales, incluso por encima de los del partido, en opinión del líder del PSOE, quien contestó a las críticas sobre la moderación socialista pidiendo que se apunte también en el balance el lado positivo: la realidad del sistema democrático. Felipe González comenzó analizando el resultado de las elecciones en Galicia, cuyo resultado favorable a Alianza Popular atribuyó a la buena labor del partido de Fraga y a que «desde el 28 de febrero de 1980 UCD está pagando su política confusa, a veces arbitraria, que camufla defensa de intereses con un mensaje a veces oscuro».

En cualquier caso, felicitó a los pueblos andaluz y gallego por la consolidación de sus autonomías y calificó de «discreto pero esperanzador» el crecimiento del PSOE en Galicia.También extendió sus felicitaciones a Francia y Grecia, cuyas elecciones desmienten, en opinión del líder socialista, la teoría que la derecha expuso al vencer Reagan en Estados Unidos, porque en lugar de una ola conservadora, hay una dinámica de cambio social.

Tras remontarse a la historia del partido y asegurar que los luchadores de un siglo de socialismo estarían con los planteamientos anteriores. el secretario general afirmó que el PSOE ha tenido un crecimiento sin precedentes, pero que ahora está estancado. Negó que en los últimos tiempos se haya producido una derechización, ya que en la política sindical y en la municipal, piedras angulares de la línea socialista, se han defendido los intereses de los trabajadores.

Afirmó más adelante que el trauma del 28º Congreso, «tal vez causado por el choque entre ideales y realidades de que habla Tierno» debe superarse, para que termine el estancamiento de la militancia y el partido se abra a la sociedad, más aún cuanto que la derecha está tendiendo a la formación de lo que se llama gran derecha, «que nosotros tenemos la obligación de romper con la fuerza de la razón y el voto mayoritario del pueblo ».

Aún dentro de los problemas del partido, Felipe González mostró su dolor por la ausencia de algunos, «porque aunque creo que tienen sus razones, pienso que deben ser escuchadas dentro de un partido vivo y dinámico. Esta afirmación despertó los primeros aplausos de un discurso que, en general, los delegados no acogieron con gran calor. González insistió en su llamamiento a los discrepantes «para que participen en los debates y no se refugien en excusas».

«Sin duda», agregó, «hay defectos, como la política centralista interna, largamente practicada, o las distorsiones que se han dado en el proceso de federalización emprendido hace años y el peligro de que la nueva estructura aleje la representación de las minorías. En cualquier caso, debe hacerse un hondo debate».

Enraizar y asentar la democracia

Al dibujar la situación externa del partido, Felipe González dijo que la crisis mundial es «sin precedentes, y aún poco conocida», y está protagonizada por dos superpotencias cuyos modelos de sociedad nos son extraños, que ni respetan la libertad de cada persona ni se solidarizan de verdad con el sufrimiento de los pobres. Pero», señaló, «es también una crisis de valores. Después de referirse a los principales fenómenos de la política mundial, advirtió que los triunfos electorales socialistas en Francia y Grecia no se deben, como se ha dicho, a una radicalización, sino a programas realistas.

El secretario general socialista abordó la política española afirmando de entrada la necesidad de enraizar y asentar la democracia y pidiendo que nadie pierda de vista las dificultades y los riesgos de tensiones involucionistas y de violencia terrorista. «Hay que dar prioridad a esa necesidad, incluso relegando los intereses del partido ante los de toda, España, los cuáles pasan hoy por el asentamiento de las libertades y la democracia».

A quienes critican «que nuestra moderación ha desactivado la movilización social», recordó que «otros han sido agresivos y están desapareciendo del mapa político», pero admitió que tienen parte de razón, «porque las expectativas eran muy superiores a la realidad. Que nos responsabilicen también de la otra parte: la existencia de la democracia, en una situación en la que nos estamos convirtiendo en la única fuerza política capaz de garantizar su estabilidad», añadió.

En este cuadro, y «ante las operaciones cada vez más agresivas de la derecha, insisto en que nuestro proyecto debe ser a veinticinco o treinta años, porque es absolutamente necesario que el PSOE asuma la dimensión histórica del cambio que necesita España después de 150 años de gobierno de la derecha, lo que no permite cambiarlo todo en cuatro años ».

Como principales factores negativos, Felipe González citó la debilidad y crisis permanente del Gobierno de UCD, la falta de respuesta a los problemas de la crisis económica, la dialéctica terrorismo-golpismo y la carencia de voluntad política para emprender la reforma de la Administración, así como la desatención a los problemas de la educación, la cultura y, en general, todos los temas sociales y que afectan el bienestar del pueblo.

El secretario general del PSOE denunció después la existencia de una contrarreforma fiscal y, en general, la intención de la derecha de acabar con las pocas reformas realizadas. En esta línea justificó la moción de censura presentada contra el Gobierno de Suárez como intento de criticar su gestión y conectar con el sentir del pueblo, y apoyó la estrategia de UGT y la firma del Acuerdo Nacional sobre Empleo.

González calificó el intento de golpe de Estado del 23 de febrero como un hito histórico que llena de vergüenza y preocupación, «pero que no fue más que la salida a la luz de un proyecto permanente desde el primer momento de la democracia, enraizado en un sector oligárquico de la sociedad, que utiliza a sectores de las fuerzas de seguridad y de las Fuerzas Armadas.

El golpe, dijo, es un peligro subyacente y permanente, que la derecha utiliza, «pero no hace falta que la derecha nos avise, porque los socialistas sabemos valorar». El peligro, según Felipe González, seguirá si el Gobierno es débil, porque «sólo una política de cambio alejará el peligro de involución: no comparto la teoría de que más vale frenar el avance del socialismo. Al contrario, la democracia puede depender de un triunfo socialista en las próximas elecciones y de nuestra voluntad de cambio».

Felipe González explicó después la política de concertación y negociación de los problemas de Estado, continuación de la actitud socialista de ensanchar lo más posible, tras el golpe, la base del poder civil, y criticó al Gobierno por no querer afrontar la reforma de la Administración, «y no lo hace porque la derecha no se basa en el apoyo popular, sino en el control de amplios sectores de la población mediante la Administración ».

El líder socialista calificó el Acuerdo Nacional sobre Empleo como una quiebra de la tentación del neoliberalismo, y criticó que la CEOE, después de que los trabajadores han puesto su esfuerzo, incumpla el pacto y ataque los Presupuestos del Estado. Sobre éstos, dijo que el PSOE intentará demostrar en el debate parlamentario que la CEOE no puede criticarlos, porque el 90% del déficit se dedica a apoyar la iniciativa privada. En fin, acusó a la CEOE de desear la «oligarquización» del poder económico.

Finalmente, Felipe González advirtió que, sea cual sea el programa socialista, «la derecha estará contra nosotros, porque su preocupación sería que se quebrase la alianza tradicional entre el poder económico y la Administración. Por ello, dijo, su estrategia será la de la tensión, que debe obtener una respuesta firme y serena. Terminó haciendo una breve referencia a la política exterior, especialmente a las razones ya conocidas contra el ingreso de España en la OTAN, e insistió en el planteamiento a largo plazo del programa socialista.

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