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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

No "pisad" el césped

Cuando alguien que se precia de hablar y escribir en español, lee, en su paseo matinal por el Retiro, no una vez si no más de veinte, la frase: "No pisad el césped", los ojos se le desorbitan, el corazón se le inflama de vergüenza- ajena, y no pudiendo menos que sucumbir al pecado de pedantería, tan redentor en ocasiones, se atreve a redactar unas líneas de contenido gramatical, y en su afán de llegar al mayor número de personas posible, las remite a uno de los periódicos que más difusión tienen en España: EL PAIS.Digamos, para empezar, que en castellano, los mandatos, los ruegos y las órdenes pueden darse en varios modos, pero esencialmente en tres: el imperativo, el infinitivo y el subjuntivo. Todo depende del cariz más o menos exhortatorio, del carácter personal o impersonal, del matiz afirmativo o negativo; en una palabra, del temple gramatical y connotativo que queramos imprimirles.

En el supuesto de que queramos dictar una orden estricta y tajante emplearemos el imperativo en su forma más genuina, o el infinitivo. Un par de ejemplos nos sacarán de dudas: "Cállate" y "No pasar".

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Si de lo que se trata es de revestir, con un velo exhortativo, la intrínseca prohibición de la frase utilizaremos entonces el subjuntivo. Así diríamos: "No pisen el césped', "No piséis el césped. En estos casos también se podría emplear el infinitivo, precedido del comodín "Se ruega", que equivale a "Se prohíbe". "Se ruega no pisar": "Se prohíbe pisar".

Concluyendo, y para no cansar al lector, son correctas las frases: "Respetad las plantas", "Utilicen las papeleras" -que podemos encontrar en algunos lugares del Retiro-, como lo son asimismo, entre otras muchas: "No pises, no pise, no piséis, no pisen, no pisar el césped", según empleemos las fórmulas de cortesía, o las de familiaridad. "No pisad el césped" es cuando menos un acongojante servilismo gramatical, una fantasía inocente, sólo permisible a quienes no han tenido, por las razones que fuere, la ocasión de aprender a conjugar. ¡Y cuántos, Diosa del Error, pasarán de largo ante este monstruo sintáctico, o escribirán mañana: No pisad el césped!

Yo espero, con el corazón en la mano, que el delegado de Cultura del Ayuntamiento de Madrid dé una vuelta por el Retiro y tome cartas en el asunto.

Para una mayor libertad, protejamos la cultura. /

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