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Entrevista:

César Jerez: "Los jesuitas sólo nos iremos de Guatemala si nos echan por la fuerza"

César Jerez, de 44 años, guatemalteco amenazado de muerte en su país, es el superior de los 300 jesuitas que componen la provincia centroamericana. Este colectivo está en el punto de mira de los Gobiernos autoritarios de la zona, que amenazan con una nueva expulsión de la Compañía de Jesús, y también en el centro de las tensiones entre el general de los jesuitas, Pedro Arrupe, y Juan Pablo II, que no valoran de la misma manera su comprometido papel. La espectacular aparición del jesuita Luis Pellecer en la televisión, confesando sus yerros políticos y denunciando a sus correligionarios, tras cuatro meses de interrogatorios, pone de nuevo a los jesuitas de actualidad.

Pregunta. Otra vez se vuelve a hablar de expulsión de los jesuitas, viejo tema de los libros de historia.Respuesta. Lo que pasa es que ahora tiene unas connotaciones muy especiales. Ya hemos sido expulsado dos veces de Centroamérica, cuando la separación de la Corona española, y luego fueron los liberales, que veían en los jesuitas a los mentores de las filas conservadoras, mediante el control de la conciencia. Hoy nos dicen que alimentamos a la izquierda.

P. ¿Es posible una expulsión hoy al estilo de la de Carlos III?

R. No es fácil, dada la significación de los medios de comunicación, que pondrían en evidencia cualquier acto de este tipo. Ya en 1977 nos dijeron en El Salvador que o nos íbamos o nos exterminaban. Nosotros decidimos quedarnos y yo pedí al presidente que dejara salir con dignidad a los ancianos beneméritos. Entonces el presidente me dijo que la expulsión no tendría carácter total.

P. Usted es guatemalteco y de Guatemala llega la amenaza de expulsión.

R. Soy guatemalteco, pero vivo en El Salvador. He oído que un portavoz del Gobierno ha amenazado con una expulsión masiva.

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P. Si les dicen que se vayan, ¿qué van a hacer?

R. Nos marcharemos cuando nos echen por la fuerza. Espero, de todas maneras, que haya un mínimo de legalidad en el proceso y que se nos ofrezca la oportunidad de defendernos.

P. ¿Por qué siempre los jesuitas en el punto de mira de las expulsiones por motivos políticos?

R. En las distintas expulsiones ha habido implicaciones sociales y políticas debido, en buena parte, a la manera de actuar de la Compañía, siempre inserta en el contexto concreto. Ahora, en América Latina, el servicio de la fe y la justicia es lo que nos define. Esto tiene cariz político, no en el sentido partidista, pero sí que nos implica teórica y prácticamente en los conflictos que vive nuestra sociedad.

"Pastor, no guerrillero"

P. ¿Cómo es el jesuita centroamericano que sirve de prototipo al cristiano de la teología de la liberación?R. Mucho más cerca del pastor que del guerrillero. Cuando recorro con el recuerdo la cantidad de jesuitas torturados, encarcelados y algunos muertos aparece en primer lugar el pastor que vive encarnado en el pueblo, mucho más que el intelectual o el líder político.

P. Lo que es indudable es el interés en Europa por Centroamérica. Los grandes teólogos europeos empiezan a hablar de una segunda reforma, que, al igual que la primera, la de Lutero, arranca de preocupaciones religiosas, pero acaba incidiendo en la política.

R. Nosotros, que estuvimos tan implicados en la contrarreforma, somos cautos al hablar de nuevas reformas. Por supuesto que Ecclesia semper reformando ("hay que reformar constantemente a la Iglesia"). Lo nuestro es más simple: allí manda la realidad, cuyo contacto cambia el modo de ver las cosas. Importa más el grito por la justicia que el prejuicio teórico.

P. ¿Hacia dónde quieren ir ustedes? ¿Qué sistema social propugnan?

R. No nos movemos en términos partidarios. Antes se decía: "Detrás de cada jesuita hay un democristiano". Hoy es más fácil que nos tachen de socialdemócratas y a algunos de marxistas. Nosotros estamos por un sistema social que vaya a reformas profundas que redunden en una mayor justicia.

P. Los jesuitas centroamericanos no sólo tienen problemas en Centroamérica. Sabido es que ustedes están en el centro de las tensiones entre Juan Pablo II y el general de la Compañía.

R. Seguimos contando con el total apoyo del vicario de Pedro Arrupe, el americano O'Keefe. Entienda que sobre el resto prefiera no opinar.

P. Un comportamiento que ha sido denunciado por uno de los suyos, el jesuita Luis Pellecer.

R. El padre Pellecer estuvo 113 días detenido, incomunicado y seguramente torturado. Su aparición en la televisión desacreditando a sus compañeros ofrece todas las muestras de un hombre violentado y bajo un lavado de cerebro. Pedimos al Gobierno guatemalteco que nos le devuelva a nosotros, o a sus familiares, por mediación de la Cruz Roja.

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