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Un clima que concentra la contaminación

El clima de Madrid es sumamente desfavorable para una eficaz dispersión por causas naturales de los contaminantes del aire urbano, especialmente en otoño y en invierno, que es precisamente cuando mayores cantidades de basuras aéreas se emiten en la ciudad y sus alrededores.En efecto, la segunda mitad del otoño y buena parte del invierno suelen traer consigo la presencia de altas presiones sobre el centro de España. Estos anticiclones invernales suponen una gran estabilidad de la atmósfera, con ausencia de vientos (la siempre eficaz "escoba meteorológica") y, lo que es todavía peor, con la presencia de fuertes inversiones térmicas que impiden la difusión vertical de los contaminantes, como si de una invisible tapadera se tratase.

Estos fenómenos son sumamente frecuentes en la segunda quincena de diciembre y en todo el mes de enero (frecuencia aproximada de un 70%). Las calefacciones funcionando a tope en dichas fechas, junto con la habitual congestión del tráfico y los humos de origen industrial y doméstico, en una ciudad que no se caracteriza precisamente por su urbanismo favorecedor de la dispersión aérea, sino todo lo contrario, dan lugar a los graves problemas de contaminación atmosférica habituales en Madrid.

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