Carmen Maura
El pelo mojado de dulce tarasca, la sonrisa de sosaza que llega tarde, los ojos enormes de niña mala/buena. burlona, y la belleza de la fea, que la guapa la desea.-Yo, Umbral, la verdad es que me daba corte llamarte, o sea, no sé, quedar, pero tenía que hablar contigo, claro, además que has escrito cosas sobre mí, uy, pero no sabes qué corte, lo que pasa es que ahora que vamos a actuar juntos (en Barcelona), pues no había más remedio, pero es que sales así, siempre, tan serio, del baile, sí, yo ahora vengo del baile, voy todas las mañanas, aquí cerca, primero hago gimnasia, no sé, por quemar energías, me sobra vitalidad, ya ves, y luego el flamenco, ay las sevillanas, a mí es que me gustan muchísimo las sevillanas, nunca, no voy a bailar, no, claro, en lo profesional, pero me gusta a mí pegarle al flamenco, cosa mía, y además estos barrios (Hortaleza) que son de toda la vida, me gusta andar por aquí, la tele no quería, que me negué, ya sabes, me parecía que no, no podía hacerlo, la gente, lo de siempre, se creen que una se lo inventa, esas cosas que digo, he tenido una bronca, el otro día, en la tienda, pues claro, que creen que me lo invento, yo digo lo que pone, ¿has visto Miss España?, cómo es, «ha estado bien la tontita», le decían, y ella venga a reírse, al último programa le faltaban diez minutos, no sé qué durará, quieren que haga hasta café teatro, que no, claro, me niego, chico, me daba un corte, o sea llamarte, estoy en buen momento, por la tele, y me ofrecen otras cosas, no voy a seguir estirando este éxito fuera del programa, tú lo has dicho, una se queda ya en la de la tele, yo te vi la primera vez hace diez años, o así, en el Delicias, hacíamos un vodevil o algo así, y el director me dijo, al verte en las primeras filas, venga, saca un libro de Umbral en esta escena, cortadísima, oyes, y luego por la tele, que te pones tan serio, a mí me cansa esto, tanta gente (que si es la de la tele, dice la cocinera de la tasca), y la vida social y todo eso (le saludan los coches por la calle), es que les veo tan claro, les veo demasiado, y me veo a mí, así que es muy difícil, prefiero cuatro amigos, aquello de las tías, en el María Guerrero, cómo era, lo pasamos divino, qué bien estaban todas, yo es lo mejor que he hecho, el papel de María Asquerino era genial, y en Abre el ojo, con Fernán-Gómez, qué gozada, oyes, hacer aquellas cosas, me pusieron fatal algunos críticos, Lorenzo López-Sancho, menudo palo, y Fernando me decía, tan cariñoso, «nada, que te vamos a echar, te despedimos», yo lo hice muy feliz, Mihura ¿conociste a Mihura?, qué cosa, qué señor, yo sólo una vez, nada, que le dimos la mano, vino al teatro, me gustan sus papeles, sus mujeres, hacer ese teatro, las cosas de la vida, lo normal, ¿ es verdad que a Isabel Garcés le escribía los papeles?, qué locura, que le escriban a una una comedia, y Manuel Mihura, fijate, parece tan sencillo y luego qué difícil, si tienes que estudiarlo, vaya tío, yo a estos chicos de ahora no les entiendo mucho, no te creas, las óperas primas y todo eso, me caen un poco lejos, aunque ande con ellos, es otra cosa, Alaska es una tía fenomenal, dice que es punk porque lo vio en el Diez Minutos, cuando salimos juntas le digo que me cante alguna cosa, es como maravilloso ¿no?, que un cantante de verdad te cante así de pronto, por la calle, y ella siempre me canta Terror en el hipermercado.
El pelo húmedo de chica normal que se peina en los lavabos de los bares. Esa ironía sosa en la sonrisa. Las botitas de andar mucho Madrid a todas horas: «Bueno, pues ya he perdido el miedo, oye, qué corte, y lo malo que eres con la gente, no sé por qué eres malo, bueno, adiós».
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