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Pilar Miró se estrena como directora de teatro con la puesta en escena de "Los hijos de un dios menor"

La obra, de Mark Medoff, inaugura la temporada en el Marquina

La realizadora de cine Pilar Miró se estrena hoy como directora de teatro con la puesta en escena, en el teatro Marquina, de Madrid, de la obra del autor norteamericano Mark Medoff Hijos de un dios menor. En la misma pieza teatral, que ha sido traducida y adaptada por José Luis Alonso, debuta también como actriz profesional la protagonista principal de la obra, Isabel Serra, sordomuda en la ficción teatral y en la vida real. «Es, explica Pilar Miró, «una obra de reivindicación de una minoría marginada».

«Nunca había dirigido teatro en serio. Hace muchos años hice algún ensayo, pero no fue una experiencia fuerte. Esta vez me decidí porque me interesó la obra que Luis Sanz me pidió que leyera. Leí Los hijos de un dios menor, que la estaban representando en Nueva York, me gustó y me marché a verla al mismo escenario del estreno. A partir de entonces comencé a buscar a la protagonista, que debía ser, por indicación del autor, sordomuda». Pilar Miró, realizadora de televisión y directora de cine (La petición, El crimen de Cuenca y Gary Cooper que estás en los cielos), se enfrenta ahora a un lenguaje expresivo no habitual en ella: el del teatro. «Naturalmente, la forma de decir, de poner en escena en televisión es muy distinta a la del teatro, pero en los tres medios se puede desarrollar una serie de temas fundamentales sin que éstos pierdan su capacidad de decir algo».Los hijos de un dios menor, la tercera obra del joven dramaturgo norteamericano Mark Medoff, consiguió en 1980, el año de su estreno, el Premio Tony a la mejor obra. El mismo premio obtuvo también la actriz principal, Phyllis Frelich. Actualmente se está representando también desde el pasado mes de agosto en un teatro de Londres.

«Estamos en una escuela de sordomudos», dice Pilar Miró acerca del contenido de la obra. «A un profesor de fonética se le encarga que enseñe a hablar a Sara, sordomuda de nacimiento. Esta se niega a emitir sonidos y a entender por el movimiento de los labios. Comienza una relación entre ambos, se casan y durante toda la obra se establece una pelea entre él, que pretende convertirla en oyente, y ella, que insiste en permanecer en su mundo».

Lo que más le ha interesado a Pilar Miró de esta obra, según propias palabras, es que pone sobre la mesa la visión personal del mundo del sordo y cómo ve el sordo su incorporación a la sociedad del oyente. «El oyente debe respetar y valorar el mundo del sordo. Estos no tienen por qué renunciar a su mundo, "tan lleno de sonidos", como se dice en la obra». Cuando el mundo del oyente intenta favorecer al mundo del sordo lo hace desde su punto de vista de oyente: sin embargo, el sordo no quiere eso; necesita facilidad para mantener, si quiere, su propio mundo. Las minorías también tienen derecho a tener su propio mundo».

«Me he planteado la puesta en escena de la manera más simple que he podido», añade Pilar Miró, «de tal manera que el mayor protagonismo corresponda a los actores, cosa sabida por todos. Esta es una de las diferencias con el cine Mientras que una película es casi en su totalidad una obra del director, una pieza de teatro pertenece a los actores, principalmente ».

Los actores de la versión española de Hijos de un dios menor saben que interpretan en cierta medida una obra insólita porque el lenguaje por signos que utilizan los sordomudos es uno de los recursos a los que más tienen que acudir. Por este motivo, Nicolás Dueñas, coprotagonista junto con Isabel Serra. Ha tenido que aprender este lenguaje de signos antes de comenzar los ensayos, que han durado dos meses. Junto a estos dos actores intervienen también Mayrata O'Wisedo, Antonio Canal, Kiti Manver, Guillermo Montesinos y Pilar Puchol.

El recurso necesario en esta obra, al lenguaje de los sordomudos enriquece, por una parte, las posibilidades de la puesta en escena. Pero introduce ciertas dificultades de cominucación «ya que este lenguaje» dice Pilar Miró «es más esencial que el verbal. Hablan casi como los indios, por signos manuales. Este lenguaje es incluso difícil para lograr la armonía entre el mundo del sordo y el del oyente».

Por encima de Ias diferencias técnicas del teatro con el cine y la televisión -«Ios directivos de cine suelen hacer incursiones por el teatro y no al revés»-, por encima de las intenciones, en alguna medida reivindicativas, de un mundo marginado, para Pilar Miró la obra Los hijos de un dios menor tiene la particularidad de profundizar en un mundo que desconocemos e ignoramos.

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