El emplazamiento del Planetario
El propósito del Ayuntamiento de Madrid de construir un planetario, al que se refiere su colaborador Pedro Montolíu (EL PAIS, 16 de septiembre de 1981, página 24), es merecedor de todos los plácemes. Madrid es una de las pocas ciudades de su categoría en el mundo que aún carece de un centro de este tipo.Lo que ya no parece tan acertado, si se confirma la información que facilita su colaborador, es el emplazamiento elegido. Y ello, por dos razones: la primera, por los riesgos clarísimos de atentar contra la belleza de uno de los conjuntos más conseguidos de Madrid, como son los jardines que rodean el templo de Debod, que, por otra parte, es una joya úníca del patrimonio nacional, conseguida como donación de Egipto en reconocimiento de la importante colaboración de España a la campaña que organizó la Unesco para el salvamento de los monumentos de Nubia, y la segunda, porque se está construyendo en Madrid, y para toda España, el Museo Nacional de la Ciencia y la Tecnología en la antigua estación de Delicias. Se trata de un museo -podría llamarse de otra manera- que pretende ser un organismo vivo y participativo capaz de crear vocaciones científicas y curiosidad por la tecnología en un ambiente que no se ha mostrado históricamente propicio. No será esencialmente un almacén de viejos instrumentos.Es usual, en la generalidad de los centros existentes de este tipo, disponer de un planetario adjunto. En el proyecto del que se construye está previsto, como en el Palacio de los Descubrimientos, de París; en el Museo Alemán de Ciencia y Tecnología, de Munich, y tantos otros.Sería absurdo pasar de no tener ninguno a tener dos en la misma ciudad, y en épocas de crisis; y es muy importante en cambio para el museo esta aportación municipal.
El planetario es un utilísimo complemento de las salas de astronomía y astrofísica del museo, pero pueden, estando adjuntas y coordinadas, tener administraciones diferentes. No parece difícil que esta coordinación se consiga cuando en el patronato del museo se cuenta con la presencia del propio alcalde de Madrid. Es indudable que, incluso en ese caso, ambos centros se complementan y se potencian. Los visitantes de uno de ellos son seguros clientes del otro, y la labor cultural se amplía y multiplica. Por otra parte, y siendo claros e indiscutibles los beneficios de su mutua proximidad, no puede argüirse falta de espacio en la estación de las Delicias ni tampoco malas comunicaciones.Precipitarse en este asunto podría tener consecuencias irreparables, y el pueblo de Madrid merece que se le informe cuando aún es tiempo de adoptar soluciones razonables. /
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