La elección de Healey como vicelíder del laborismo británico deja abierta la crisis del partido
El ser confirmado como vicelíder del Partido Laborista por un margen del 0,85%, como le ocurrió el domingo a Denis Healey frente a Tony Benn, puede ser suficiente para conservar un cargo, y es la primera victoria del ala derecha del laborismo. Pero no resuelve la crisis del partido. El 80º congreso anual proseguía ayer sus debates en Brighton apoyando, paradójicamente, la política económica que preconiza Tony Benn.
El congreso del Partido Laborista se abrió el domingo con un discurso de su presidente, Alex Kitson, en el que se dejó traslucir más que la crítica al Gobierno conservador de Margaret Thatcher ("el monetarismo es la bomba de neutrones del thatcherismo") la amargura hacia los socialdemócratas, ese "nido de parásitos que estaban confabulando deliberadamente para apuñalar al laborismo desde dentro".Y si algo ha evitado por ahora la elección de Healey, ha sido el no forzar a un mayor número de diputados laboristas a pasarse al Partido Socialdemócrata (SDP). La elección del domingo -50,426% del colegio electoral para Healey y 49,574% para Benn- no ha resuelto nada. El castillo sigue intacto y el asedio continúa.El sindicato de los transportes TGWU, que domina un 7,5% del colegio electoral, votó en la primera vuelta por el tercer candidato, John Silkin, pasándose a Benn en la segunda votación, a pesar de que la mayoría de sus miembros estuvieran a favor de Healey, y varios diputados del grupo izquierdista Tribune se abstuvieron en la segunda vuelta, por considerar poco democráticos los métodos de Benn. El propio líder, Michael Foot, decidió no votar en ninguna de las dos ocasiones. El resultado parece indicar que los sindicatos, en su mayoría, apoyan a Healey y a la derecha del partido. Pero no su política. La derecha espera, pues, recuperar el control del comité ejecutivo nacional, y, desde allí, hacer cambiar de rumbo al partido.Tony Benn conserva intactas todas sus cartas en la mano y ha recibido un apoyo abrumador por parte de las organizaciones locales del partido.
La sonrisa de Benn al anunciarse el resultado final fue significativa. Logró más de lo que realmente esperaba , y continuará su lucha.
El laborismo tiene ahora un liderazgo moderado, y el vicelíder, especialmente, no apoya los principales puntos políticos que promulga el congreso: la política económica, la retirada británica de la Comunidad Europea y el desarme nuclear unilateral. Muchos diputados moderados, en privado, piensan que estas son palabras que se llevará el viento, cuando el Partido Laborista tenga que volver a afrontar las realidades del poder.
La paradoja laborista quedó patente cuando ayer tarde Denis Healey abrió el debate económico sobre Ia alternativa socialista, con un llamamiento a la unidad, y aceptando una política económica contraria a su ideario.
Esta alternativa, según el congreso, será expansionista, tanto en el sector privado como en el público, regenerando la industria británica con medidas proteccionistas.
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